«Hijo, vete al botiquín y traéme mis pastillas, que estoy de los nervios». La frase se repite con demasiada asiduidad en los hogares asturianos. Niños y adolescentes saben distinguir tanto un lexatín de un prozac como un «Sugus» de un huevo «Kinder». La influencia que el consumo indiscriminado de tranquilizantes puede provocar entre los más pequeños preocupa a las autoridades sanitarias de la región, que han decidido adelantar a niños de entre 8 y 12 años el plan escolar de prevención de toxicomanías tras haber constatado que los menores se inician cada vez más temprano en el uso de determinadas sustancias.

Las cifras cantan: el último Plan de Salud del Principado advierte que un 9% de los escolares asturianos (jóvenes de 14 a 18 años) reconoce haber ingerido tranquilizantes o pastillas para dormir sin prescripción médica. Somníferos, ansiolíticos y antidepresivos son medicamentos habituales en los botiquines domésticos y los niños y jóvenes tienen, en ocasiones, un acceso demasiado fácil a ellos.

Y es que la automedicación es una moneda demasiado corriente en Asturias, donde se ha detectado la existencia de una bolsa de 13.000 personas, el 55% de ellas mujeres, que consumen tranquilizantes sin receta. La cifra, que representa el 1,3% de la población de la región, ha sorprendido a Salud Pública, que ha encargado un estudio de situación al Colegio de Psicólogos.

Así lo confirmó Félix Ferreiro, coordinador del Plan Regional de Drogas, quien señaló que «evitar lo antes posible el inicio en el consumo de psicofármacos, así como de tabaco y alcohol», es el objetivo del programa «La aventura de la vida», desarrollado por Salud Pública en escuelas de Primaria.

Hasta la fecha, los planes juveniles contra el uso de drogas (sobre todo tabaco y alcohol) se centraban exclusivamente en estudiantes de Secundaria. Programas como Órdago y Aire Fresco, desarrollados de forma experimental en la ESO, son un claro ejemplo de ello.

Más de mil alumnos

El nuevo programa, pionero en Asturias, arrancó este mismo año entre estudiantes de 12 años (sexto de Primaria). Para el presente curso escolar se prevé que sean 1.156 alumnos, de un total de 38 colegios, los que reciban clases sobre las desventajas y riesgos de consumir tranquilizantes y medicamentos sin recetas. «Al contrario de lo que ocurre en las clases de adolescentes, a los niños no les hablamos de las drogas de forma directa, sino más bien de una serie de valores contrarios al uso indiscriminado de fármacos», explica Félix Ferreiro.

Decir no desde pequeños

Dicho responsable señaló el programa busca potenciar desde las edades más tempranas aspectos como la autonomía y autoestima, el desarrollo de habilidades para resistir la presión del grupo, unida a una información veraz sobre los riesgos de estas sustancias.

Los profesores trabajan con materiales didácticos como álbunes y cromos, que reflejan situaciones de la vida diaria, «a través de las cuales se consigue que los niños aprendan a decir no y donde la familia juega un papel fundamental».