Enciende el ordenador a primera hora de la mañana. Decide consultar el correo electrónico por si tiene algún mensaje nuevo y descubre que ha recibido noticias de uno de sus amigos virtuales. Entra entonces en el messenger para ver si está conectado. No hay suerte. Prueba en uno de sus chats favoritos. ¡Bingo! Comienza la conversación cibernética que enlazando sitios y contertulios puede llegar a prolongarse hasta veinticuatro horas ininterrumpidas. Estamos ante un caso extremo de lo que psicólogos y psiquiatras comienzan a denominar adicción a Internet.

Aunque no hay estudios definitivos sobre el número de internautas «enganchados» a la red, se estima que entre un seis y un diez por ciento de los que habitualmente tienen acceso a la World Wide Web lo hace de un modo obsesivo. En Galicia desde hace cuatro años es un problema cada vez más habitual en las consultas de psicoterapeutas.

Para detectar si estar conectado empieza a convertirse en un transtorno psíquico, desde el pasado año 2001 se puede realizar un test online, a través de adictosainternet.com. Con las respuestas un equipo de psiquiatras está realizando un estudio y según sus últimos datos el 10,5% de los encuestados sufría todos los síntomas de un uso problemático de Internet. El porcentaje de individuos en situación de riesgo ascendía hasta el 39%.

El infinito universo de posibilidades que permite la red provoca que el perfil del adicto no sea unívoco. Los especialistas suelen diferenciar tres grandes grupos. Los que ven en Internet un medio para relacionarse con los demás; los navegadores que buscan información, bajarse música o software y los que esconden otro tipo de problemas como la adicción al juego, al sexo o a las compras.

Personas solitarias, de baja autoestima, tímidas, con dificultades para establecer relaciones con los demás son los que se quedan enganchados a los chats. Internet permite confeccionarse una máscara desinhibidora. «Hay quien incluso finge ser una persona de otro sexo y mantiene conversaciones de alto contenido erótico con otros», comenta Emilio López, psicólogo y sexólogo.

El hecho de conectarse durante horas a charlas cibernéticas no es suficiente para concluir que una persona es adicta. Hace falta que el internauta desarrolle una conducta obsesiva y convulsiva. Los especialistas señalan que los problemas empiezan cuando el mundo virtual se convierte en más importante que el real. Los «enganchados» descuidan sus tareas profesionales o sus estudios y dejan de lado actividades que antes realizaban. «Las personas que no tienen problemas de adicciones conocen a gente a través del chat y después es común que queden para tomar algo y mantengan una amistad más allá de la virtual, entre los que presentan un uso problemático de la red es frecuente que se citen y luego les entre miedo y no se acerquen el uno al otro, se observen desde lejos pero no son capaces de tomar contacto», explica la psiquiatra Lourdes Estévez.

Los adictos pueden incluso presentar una especie de síndrome de abstinencia. «Se encuentran agitados, ansiosos, con pensamientos recurrentes sobre la red e incluso presentan una especie de movimiento involuntario, como si teclearan», señala la psiquiatra Casilda Esquete.