Pese a la decisión de Holanda de permitir la dispensación de cannabis bajo receta médica, las aplicaciones terapéuticas de la droga son aún un gran campo por explorar. El interés científico por esta planta se ha intensificado y no sólo para demostrar que mejora la calidad de vida de los enfermos graves, sino porque también podría esconder propiedades curativas. En España dos grupos trabajan en esta línea en sendos ensayos clínicos. Se trata de las únicas investigaciones en humanos que la Agencia Española del Medicamento ha autorizado para fármacos con cannabis en su principio activo. Los ensayos buscan el efecto positivo que el cannabis puede tener en los traumatismos craneoencefálicos graves y en el tratamiento del glioblastoma, un tumor cerebral de alta malignidad derivado de las células gliales. En ambos casos la aplicación del fármaco es intravenosa.

Mientras se esperan resultados definitivos sobre los usos terapéuticos del cannabis, esta droga no deja de ganar terreno y ya ha logrado introducirse en las farmacias holandesas, donde se dispensa bajo receta médica a enfermos graves o incurables a los que se considere que la droga pueda aliviar. La tradicional permisividad del país con el cannabis hace que no extrañe a nadie que hayan sido ellos los primeros en tomar esta medida, así como tampoco sorprende que en ese país el 75 por ciento del cannabis consumido sea de producción propia. Esta noticia se deriva de un estudio realizado por el investigador A.C.M. Jansen, colaborador de Cedro, el Centro Holandés de Estudios sobre Drogas. Según este informe, el 25% del cannabis consumido en Europa se produce en el propio continente, cifra que se eleva al 75 por ciento en el caso de Suiza o, como ya se ha indicado, en el de Holanda.

El estudio denomina «eurocannabis» al producido en el viejo continente y establece algunas diferencias entre éste y el cultivado en los países que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd), identifica como los mayores productores del mundo y que son Marruecos, Afganistán o Albania. Las diferencias atienden sobre todo a la manera en que se produce. Frente a las grandes plantaciones existentes en algunos de estos países nombrados, el «eurocannabis» se cultiva principalmente en interiores, con luz artifical y utilizando las más modernas técnicas como el uso de un sustrato neutro (formado por fibra de coco o por materiales usados en la construcción) al que se añaden nutrientes, en lugar de tierra.

«Avalancha verde»

La investigación, cuyos resultados han costado más de diez años de estudio, también establece que la producción europea de cannabis es intensiva, hasta el punto que alcanza las cuatro cosechas anuales y una productividad superior al kilo de cannabis por metro cuadrado plantado. De esta intensidad se derivan también importantes beneficios económicos para quien lo cultiva. Así, mientras que el productor marroquí recibe un mínimo porcentaje del dinero que se obtiene con lo que ha cultivado, el productor europeo podría quedarse con hasta el 50 por ciento de su precio en el mercado.

Todos estos datos llevan a los expertos a bautizar «avalancha verde» a esta irrupción europea liderada por Suiza y Holanda, en la competición por los beneficios que se obtienen de la producción de la droga más consumida del mundo. Y a la vista de los datos es cierto, porque según un estudio realizado en el Reino Unido por la Universidad de South Bank y el King s College, el cannabis producido en el país supera ya a las importaciones marroquíes.