Desde hace más de dos años, desde el momento en que se conoció por los medios de comunicación que en Holanda se había legalizado la dispensación del cánnabis en las farmacias con receta médica, se ha provocado un cierto «contagio de intención» en nuestro país. Los argumentos empleados son los beneficios que tendrían los enfermos de cáncer, los afectados de enfermedades neurológicas degenerativas, los enfermos en fase terminal de sida y de otras enfermedades también en fase terminal. De esta manera se ha abierto un debate social sobre la legalización del cánnabis basado, como he dicho, en la utilidad terapéutica para nuestros enfermos. Planteado de esta manera es fácil que todos los ciudadanos opinemos de manera favorable a esta legalización.

El Colegio Oficial de Médicos de Bizkaia, a través de la Fundación de Estudios Sanitarios (Osasun Ikaskuntza Fundazioa) celebró por esas fechas una mesa redonda sobre «el uso terapéutico del cánnabis» para intentar aclarar los citados beneficios de esta droga. Para ello, desde las distintas disciplinas de la Medicina que tratan a pacientes con enfermedades susceptibles de estos beneficios, como son la Neurología, la Oncología, la Psiquiatría y los Cuidados Paliativos, expusimos las conclusiones científicas que hasta el momento existen y que pudimos compartir con el resto de nuestros compañeros médicos que asistieron a la citada mesa redonda.

En este artículo deseo transmitirles esas conclusiones científicas, pero «traducidas» para que ustedes puedan comprenderlas, así como plantearles algunas reflexiones sobre el debate social que se está planteando, y que de esta manera puedan sacar sus propias opiniones y conclusiones sobre el tema, ya que de nuevo estos días se reabre este debate. El rechazo social generalizado al uso habitual de las drogas adquiere matices distintos cuando, como sucede en este momento, se enfrenta a la utilización de tales productos con fines médicos. Aunque casi nadie rechaza que para combatir el dolor se recurra a todo elemento que pueda evitarlo, las dudas surgen cuando, sin contar con resultados científicos suficientes, se opta por acudir a remedios terapéuticos de tal característica, como se pone de relieve en las opiniones cruzadas después de que las autoridades holandesas hubieran decidido poner el cánnabis a disposición de los médicos, para el tratamiento de determinados enfermos. Mientras que aún se desconocen los resultados de los ensayos clínicos que evidencien los beneficios sobre el uso terapéutico del cánnabis, se ha conseguido liberar su venta en las oficinas de farmacia holandesas, donde se dispensa, bajo receta médica, a enfermos graves o incurables a quienes los facultativos consideran que esta sustancia les puede beneficiar. Dada la tradicional permisividad de Holanda con el cánnabis, no ha extrañado demasiado la aprobación de esta medida, aunque nada indica que en España se vayan a seguir los mismos criterios de comercialización. Aquí, en nuestro país, la mayoría de los expertos abogan por esperar a tener resultados definitivos de las investigaciones científicas para su empleo en el ámbito de la Medicina.

Aunque pueda haber indicios de que alguno de los componentes de esta planta pudieran aplicarse como tratamiento ante ciertas enfermedades, aún falta disponer de evidencias científicas claras. Hoy en día, las utilidades que se han encontrado en los derivados del cánnabis son más de carácter paliativo que curativo. Se ha observado que puede controlar los vómitos provocados por la quimioterapia en enfermos que padecen cáncer; también tiene propiedades como relajante muscular en enfermedades como la esclerosis múltiple, traumatismos medulares y alteraciones del movimiento; igualmente puede mejorar las condiciones de vida de enfermos de cáncer o sida en fase terminal (pérdida de apetito, dolor). Por ahora los estudios clínicos no han demostrado que mejore los efectos que producen sobre estos procesos los medicamentos que actualmente poseemos. Es decir, por ahora no va a desplazar a los tratamientos que se están empleando; el cánnabis no es «la aspirina del siglo XXI». La opinión generalizada es que los compuestos de esta sustancia deben ser utilizados contra el dolor, por ejemplo, cuando sean rechazadas otras opciones por no resultar eficaces.

Sin duda alguna cualquier tratamiento del que se haya demostrado su eficacia con garantías científicas será empleado por los médicos para curar una enfermedad o aliviar en su caso los síntomas que provoquen sufrimiento a nuestros enfermos. Esperemos que los médicos hayamos aprendido de los antiguos errores (un ejemplo de ello es lo que se tardó en suavizar la prescripción de la morfina) y que la provisión de medicamentos eficaces y seguros para las personas que sufren sea lo más rápida posible, sin restricciones burocráticas y con todas las garantías científicas y legales. Para ello es necesario facilitar a los investigadores el acceso al medicamento, proporcionar las autorizaciones institucionales necesarias, así como la cobertura legislativa y ética imprescindible Por otra parte, no sería justo ni ético, en este momento, justificar la necesidad de legalizar «a toda prisa» el uso del cánnabis argumentando que es bueno para nuestros enfermos. No tenemos por qué copiar a Holanda. Nuestro país está haciendo esfuerzos más serios para aliviar el sufrimiento de nuestros enfermos, como son los correspondientes al desarrollo de los Cuidados Paliativos, un camino del que sí tendría que aprender el citado país, líder en la legalización de la eutanasia.