En la década del 80 en contraposición con la tendencia internacional de reprimir la drogadicción en Holanda surgió la política de reducción de daños a los consumidores.

En la estrategia oficial del país europeo comenzaron a entregarse jeringas descartables a los heroinómanos para evitar contagio de enfermedades como el sida y la hepatitis.

La política no busca la abstinencia de los adictos sino minimizar los efectos y se está expandiendo en otros países del mundo, con el visto bueno de las entidades de salud de las Naciones Unidas.

En la Argentina será eje de debate durante los dos días de la IV Conferencia Nacional de Políticas de Drogas que se iniciará el próximo jueves en Buenos Aires.

El Ministro de Salud de la Nación, Gines González García se había manifestado a favor de entregar jeringas para evitar el contagio del sida, pero no existe una política sostenida en tal sentido.

Organizaciones no gubernamentales proponen instalar el debate, sabiendo que los opositores a la medida, argumentaran que se fomenta la adicción.

La entidad «Intercambios» sostiene que la reducción de daños es una noción de orden medico, para reducir las consecuencias negativas de las drogas.

El abogado de la organización no gubernamental, Alejandro Corda expresó al diario «Perfil» que «dejar de consumir es una buena meta, pero mientras tanto hay que hacer algo».

Por su parte el profesor Eduardo Kalina, de la Universidad del Salvador, entiende que «es un negocio redondo para los traficantes».

La diputada Lucia Gradín expresó su oposición a la entrega de jeringas, señalando «que no tiene que haber un derecho a drogarse».

En cambio Mariano Ciafardini, Director de Política Criminal del Ministerio de Justicia consideró que «la reducción de daños puede ser de utilidad hasta que se logre eliminar el consumo».