Fanáticos de internet y la televisión, esclavos del gimnasio, colgados al teléfono móvil, aficionados por los videojuegos y el rol, adictos a trabajar sin pausa, influenciados por el tarot y las cartas astrales, dependientes de la tarjeta de crédito y de las píldoras, obsesionados por el dinero, el éxito ,la gloria, el poder y el sexo, etcétera.

Cualquier actividad que ocupe su pensamiento constantemente y que va alejándole de los demás aspectos de su vida a un segundo lugar, siendo la emoción que le produce dicho comportamiento mayor que cualquier otra cosa en su vida, son señales y signos claros e inequívocos que nos indican que estamos desarrollando un hábito compulsivo que puede convertirse en una peligrosa adicción con los mismo efectos psicológicos que las drogas como: el tabaco, alcohol, la heroína, la cocaína, L.S.D, cannabis, morfina, barbitúricos, medicamentos, etcétera.

Entendemos la adicción como un hábito sobreaprendido, desadaptativo, que modifica el estilo de vida de la persona y el medio social en el que interacciona, regido en su adquisición por los principios del aprendizaje (condicionamiento clásico, operante y cognitivo), los factores psicosociales y culturales. La conducta adictiva no se considera como un fenómeno de todo o nada, sino como un continuo uso, analizable en términos de frecuencia de ocurrencia y en el que todos los puntos del continuo desde el uso ocasional al abuso, se rige por procesos de aprendizaje similares. Una actividad placentera genera síntomas de dependencia según la situación, la experiencia, la personalidad, el ambiente familiar, personal y social en que se desenvuelve el individuo. El hábito compulsivo está determinado por la gratificación inmediata ,la cual va seguida de consecuencias negativas a medio y largo plazo.

La disponibilidad y accesibilidad a las nuevas adicciones es una condición necesaria pero no suficiente para explicar su uso. Este viene determinado por las creencias, actitudes, estilo de vida, personalidad y expectativas que tiene el individuo respecto a su uso y también por lo factores del medio social y cultural en el que se relaciona. Estas creencias, actitudes, estilo de vida y expectativas se aprenden mediante el modelo familiar, escolar,del grupo de iguales, de la influencia de los medios de comunicación y los modelos que muestra la publicidad, etcétera.

A veces el problema de las adicciones no está solamente determinado por el aprendizaje social y la disponibilidad-accesibilidad a las mismas, sino que está condicionado por la inestabilidad emocional y la carencia de control de impulsos derivados de los desórdenes psíquicos que sufre el individuo como consecuencia de los traumas-complejos conscientes e inconscientes. La tónica de nuestros tiempos competitivos, llenos de tensiones, falta de afecto verdadero y constante sobresalto. De la actual proliferación de pesimismo y desmoralización como consecuencia de un estilo de vida carente de sentido espiritual; de la descomposición del modelo tradicional de la familia; el índice cada vez mas alto de rupturas en las relaciones de pareja; el frenético ritmo de vida estresante y plagado de luchas y desgracias (la enfermedad crónica, discapacidad permanente y muerte de lo seres queridos, situación de desempleo crónico e injusto, etcétera). La insatisfacción personal y el estado de continua frustración que ocasiona el desequilibrio entre aspiraciones y oportunidades. El sentimiento de fracaso que produce la persecución obsesiva e inútil de ideales y metas inalcanzables como la perfección física, el éxito, el poder económico y político. Los mensajes consumistas y la falta de criterio empujan a determinadas personas hacia dependencias que muchas veces encubren estados de ánimo negativos: depresión, ansiedad, angustia, ira, odio, resentimiento, vacío existencial, aburrimiento, desesperación, conflictos, miedos e inmadurez. En una primera etapa del comportamiento adictivo se producen cambios fisiológicos (aceleración de corazón y de la respiración), sensaciones corporales y emocionales que gratifican de manera especial y altamente al individuo de la misma manera que lo podría hacer cualquier substancias psicoactiva (droga). Durante esta fase es muy difícil saber que estamos desarrollando una dependencia, porque se trata de un período muy placentero.

Luego la persona va cambiando su forma de pensar, de percibir la realidad, de concebir las cosas, de sentir y por su puesto de relacionarse con esa actividad. Es entonces cuando se desarrolla una auténtica relación emocional que puede llegar a sustituir a su pareja, familia, amigos, etcétera.

Al necesitar cada vez mas dosis de placer para sentir los mismos efectos (tolerancia), la persona afectada empieza a prescindir de lo que le rodea, centrándose exclusivamente en la emoción que le produce la actividad escogida; el componente emocional es muy fuerte en esta fase, pues a través de la nueva adicción, el individuo canaliza todos sus problemas y estados emocionales negativos.

Cuando la conducta adictiva no es controlada por el individuo, comienzan los estragos psicológicos: insatisfacción personal ,frustración, sentimiento de culpa y fracaso, pérdida de autoestima, ira, angustia, ansiedad, depresión, etcétera.

Todas estas personas afectadas no necesitan substancias psicoactiva (drogas) para «colocarse» pero esto no les libra de la «quema», pues el principio de compulsión a la repetición (ley de la frecuencia) de un habito llega a modificar el organismo, hasta hacerle caer en una trampa destructiva,como son estás nuevas adicciones. Todas las dependencias ya sean a una substancia tóxica o a una actividad,tienen un punto en común que es el alterar la realidad y percibirla de forma diferente. Al final la adicción termina aislando al individuo de su entorno y éste es obligado a ignorar los aspectos agradables de la vida tanto a nivel personal como social.

Hay muchas personas que toman conciencia de el estado en que se encuentran, de que algo no va bien en sus vidas y, al no poder autoayudarse, acuden a un servicio especializado en psicoterapia. Si es éste su caso, lo mejor que puede hacer es visitar a un psicólogo que además de ser ético sea un buen especialista en psicología clínica y no acuda a intrusos y falsos profesionales que no poseen dicha especialidad en esta moderna ciencia del comportamiento que es la psicología.