Cada día se consume más cannabis, de un modo más intenso y sin percepción del riesgo. Un total de 4.358 madrileños solicitaron el año pasado a la red asistencial de la Agencia Antidroga de la Consejería de Sanidad y Consumo tratamiento y rehabilitación por derivados del cannabis. De ellos, 639 presentaban una dependencia exclusiva, sin estar asociada su adicción a otras drogas o sustancias.Estas cifras suponen un incremento del 64 por ciento sobre las registradas en el año 2000, cuando recibieron tratamiento 2.653 pacientes. El perfil de quien pide ayuda para desintoxicarse es un varón en el 81 por ciento de los casos, tiene de media 28 años y fumó un porro por primera vez alrededor de los 16, por lo que llevaría 12 años consumiendo.
Sin embargo, a la edad en la que este paciente medio inhaló sus primeras caladas de cannabis, hoy muchos adolescentes ya están enganchados. Según la Encuesta sobre Drogas a Población Escolar de 2004, uno de cada cuatro jóvenes entre 14 y 18 años (el 26,2 por ciento) consume cannabis de forma habitual -porcentaje superior en 1,3 puntos al de 2002-.

Sin percepción del riesgo

Existe un gran contraste entre adultos y adolescentes. Así, este 26,2 por ciento de consumo habitual entre adolescentes (14-18 años) desciende 17 puntos, hasta el 9 por ciento, si hablamos de población general (15-64 años). Por otro lado, según la encuesta de 2004, 39 de cada 100 adolescentes han probado la marihuana. Entre la población general, el 28 por ciento. El año pasado, 429 adolescentes recibieron tratamiento por drogodependencias en la Comunidad de Madrid. De ellos, la mitad (214) lo hicieron por su adicción al cannabis. Si además se incluyen aquellos que, junto a la adicción a otras drogas, también tenían problemas con la marihuana, los pacientes ascienden hasta los 326: el 76 por ciento del total de menores en tratamiento en 2005.

Manuel Molina, director gerente de la Agencia Antidroga, proporcionó ayer estos datos con motivo de la inauguración de la jornada científica «Adolescentes y Consumo de Cannabis», organizada por la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid y el Instituto de Adicciones del Ayuntamiento de la capital, con la participación de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (SEIC) y la Asociación Médica para las Adicciones y Patologías Asociadas (AMAPA).

La disminución en la percepción de riesgo que existe actualmente entre los jóvenes – que llegan a pensar que su consumo es inocuo fue uno de los aspectos que se trató en esta jornada científica. Así, los especialistas creen necesario incidir en las graves consecuencias del consumo de la marihuana, cuyos efectos negativos se subestiman en demasiadas ocasiones. «Incluso la nueva ley del tabaco puede ser más restrictiva ahora que todo lo relativo al cannabis», explicaba Manuel Molina, quien achaca el aumento de consumo adolescente a los cambios que ha sufrido la estructura social y al nacimiento de nuevos hábitos.

Celso Arango, de la Unidad de Adolescentes del Hospital Gregorio Marañón, afirmó ayer que uno de los síntomas entre los adolescentes que consumen cannabis es el síndrome de apatía y abulia, vulgarmente conocido como el de «el empanao». «Muchos padres llegan a la consulta diciendo que su hijo está muy apático», explicaba. Como señales de alarma para los progenitores, se encuentran la inyección conjuntival -ojos rojos-, alteración del sueño o pérdida de apetito. «Cambios generales en el sistema de vida y en su comportamiento», añadía Arango a la vez que planteaba una sencilla prueba para saber si una persona es o no adicta a la marihuana: «Cuando llega alguien a la consulta y no sabe muy bien si tiene o no adicción lo mejor es decirle que pruebe a dejarlo durante quince días, a ver si es capaz».