La simple idea de mantener apagado el teléfono móvil o desconectarse de internet, aunque sólo sea durante 90 minutos, es suficiente para generar «ansiedad» en un número creciente de personas, según un estudio divulgado hoy.

Los móviles y las agendas electrónicas como BlackBerry, que fueron inventados para hacer la vida cotidiana más cómoda, están empezando a «interferir» en la vida de las personas, que no saben cuándo apagarlos, según un estudio de la Universidad de Florida (UF), en Gainesville.

«No se trata tanto del tiempo que pasamos hablando por teléfono, aún cuando puede ser también un problema, como de la «necesidad de estar conectados» para saber «qué pasa y permanecer disponibles», señaló Lisa Merlo, profesora de psiquiatría de la UF.

«Esta es una de las características de la adicción a los teléfono móviles», aseguró Merlo, y explicó que, a diferencia de la adicción al alcohol, las drogas o el juego, «resulta más difícil precisar la problemática del uso de los móviles».

Cenar sin enviar SMS

No obstante, Merlo sostuvo que «es el momento de dar un paso atrás» para todos aquellos que reconocen que les resulta imposible «cenar sin enviar mensajes de texto» o prescindir de «escribir frenéticamente en su agenda electrónica durante las reuniones».

El estudio destaca que un creciente número de personas que se ven obligadas a apagar sus móviles sufren estados de ansiedad o, en el caso de que olviden el teléfono en casa, no pueden disfrutar de la actividad que desarrollan.

A menudo, subrayó Merlo, los «adictos» a los móviles revisan compulsivamente el buzón de voz y de texto de sus teléfonos.

Complicar la depresión

Advirtió de que este abuso llega a ser especialmente problemático cuando la persona padece depresión o ansiedad, ya que este estado puede «exacerbarse» si no se toman medidas.

Así, por ejemplo, alguien que está preocupado por lo que otros piensan puede «fácilmente entrar en un estado de agitación si no le devuelven de inmediato las llamadas o los mensajes de texto que envió», acotó la psiquiatra.

El estudio señala que el uso excesivo de los móviles se asocia a ciertos patrones de conducta que incluyen la necesidad de la persona de «usar algo para sentirse bien o fortalecer esta sensación o sufrir un estado de retraimiento si es privado de ello».

Poner límites

Merlo recomendó tanto a los usuarios que reconocen tener problemas como a los padres de «hijos obsesionados con sus móviles» utilizar teléfonos más básicos con menos funciones y establecer límites sobre dónde y cuándo emplearlos.

«Los móviles son útiles en muchas situaciones», precisó, pero es conveniente apagarlos durante una parte del día y «centrarnos en la familia o en las tareas y saber que los mensajes que nos envíen todavía estarán allí» cuando encendamos de nuevo el teléfono.