La Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD) se ha pasado de la raya. Y mucho. Así opinan al menos en Miranda de Ebro, una localidad en la provincia de Burgos de 40.000 habitantes donde, según un estudio sobre el consumo de drogas presentado en fechas recientes en Ginebra, se consume tanta cocaína que sólo Nueva York se sitúa por delante. A Miranda le dedica cinco líneas en un documento que se extiende a lo largo de 283 páginas; pero son demoledoras.

El informe, realizado entre 2005 y 2006, se basa en los restos de benzoilecgonina -sustancia que el organismo libera si se consume cocaína- hallados en las aguas residuales de los ríos. Y concluía, de extrapolar los datos que da, que en Miranda de Ebro se consumiría a diario una media de 97 rayas de coca por cada 1.000 habitantes con edades comprendidas entre 15 y 64 años. El dato ha causado estupor e indignación en esta ciudad industrial y ferroviaria que se jacta de unas únicas rayas: las que la hermanan con La Rioja y el País Vasco.

Una barbaridad, porque el consumo diario en Miranda sería entonces de casi 4.000 rayas. O, traducido a peso, dos kilos de polvo blanco cada día. Así lo señala Carmen Caracena, coordinadora de la Asociación Boreal, dedicada desde hace dos décadas a la prevención del consumo de drogas y a la atención a los toxicómanos.

«La media anual de personas atendidas con problemas con estupefacientes es muy similar a la de otras ciudades con características similares», subraya. Boreal atendía en 2006 a 101 personas con problemas de consumo de drogas. De éstas, sólo el 40% lo fue por consumir cocaína, hachís, anfetaminas…

Tampoco cuadran esos datos con los que posee la Subdelegación del Gobierno en Burgos. Su responsable, la mirandesa Berta Tricio, asegura que la percepción desde el ámbito policial -basada en el control en el entorno de los centros educativos, las operaciones especiales contra el menudeo y la vigilancia en las zonas de reunión de los jóvenes los fines de semana-, indica que el consumo se sitúa en la media de ciudades similares.

«Nos han hecho un flaco favor los medios de comunicación; sólo salimos para lo malo». La queja la expresa Andrés, un mirandés de pro que, por su trabajo en una importante multinacional del sector de los servicios, ha recorrido toda España y muchos países europeos. «Es imposible que se consuma toda esa droga en Miranda», añade la camarera de uno de los bares que mejor funciona en la parte vieja de la ciudad -lugar de reunión de los jóvenes los fines de semana- y que está a escasos metros del Ayuntamiento.

El informe de la ONU ha empañado los actos organizados por el Ayuntamiento mirandés para conmemorar el centenario de su declaración como ciudad. Y lo más grave es la dimensión informativa que el estudio ha suscitado. El alcalde de Miranda, el socialista Fernando Campo, enumeraba a Crónica las llamadas recibidas desde medios de comunicación nacionales y extranjeros. Es una lista interminable. La CBS, la revista Vanity Fair, el Herald Tribune o The Guardian son algunos de los que cita.

Los años de experiencia de Fernando Campo como trabajador de una empresa química de las muchas que hay en la ciudad le hacen conocer que el benzol, la sustancia de la discordia, «es carbono, y eso es precisamente lo que la depuradora de Miranda filtra, junto con el hidrógeno». Las aguas fecales de los hogares de la ciudad pasan a un colector y el entramado de tuberías junto al Ebro las conduce a la estación depuradora en la que decantan los restos y las aguas limpias son devueltas al río.

El alcalde Campo dice, directamente, que lo que refleja ese informe «no es cierto». Explica que las muestras se tomaron en 2005 y 2006 y recuerda que en esos años en los que se realizó el informe del profesor Thomas Pietschmann, «la depuradora de la ciudad ya estaba en funcionamiento». Ya estaba por tanto, y siempre según el regidor, limpiando el agua de carbono y de hidrógeno, y, en última instancia, de benzol. Un hecho que lleva a Campo a subrayar que son datos «poco serios». Miranda es una «ciudad de trabajadores», alegre y abierta en la que disfrutamos de las cosas», decía. «Lo que no hacemos es drogarnos», sentenció Campo.

El Gobierno español ha enviado ya un escrito a la ONU donde manifiesta el malestar del pueblo de Miranda con el informe sobre consumo de cocaína que publicaba un organismo anejo a Naciones Unidas. El escrito exige un «desmentido» de esa información. El alcalde dialogaba este viernes con la delegada del Gobierno en el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, quien le confirmó al edil esta decisión. Campo recibía también con alegría que el Ministerio de Asuntos Exteriores, «se dirija a la ONU» para expresar el disgusto de los mirandeses y pedir la «rectificación oportuna».

Una explicación alternativa a la aparición de benzoilecgonina en el cauce del Ebro la ofrece la coordinadora de Boreal, Carmen Caracena. En el Ebro desemboca el Zadorra, principal cauce fluvial de Alava y que atraviesa Vitoria. Si a los residuos que generan los 40.000 habitantes de Miranda se suman los de cerca de 250.000 vitorianos «la media que sale en el consumo de cocaína es más aceptable».

CLAVES

El discutido informe de la ONU

El estudio analiza restos de benzoilecgonina, sustancia que libera el organismo si se consume cocaína, en aguas residuales. / Las muestras del Ebro a su paso por Miranda equivaldrían al consumo diario de 97 rayas por 1.000 habitantes. / Sólo en Nueva York se esnifaría más «coca». / España es, según el informe, el primer consumidor mundial