Los cordobeses destinaron el año pasado 172 millones a bingos y tragaperras, lo que significa un 20,5% más que en 2000. ¿Qué opinión le merece este dato?

– La verdad es que estas cifras siempre son preocupantes porque reflejan una realidad que está a nuestro alrededor. Estos datos demuestran que queda mucho trabajo por hacer en el campo de la ludopatía.

-¿Son proporcionales la subida del gasto en juego y el aumento de enfermos?

-Desgraciadamente sí. En Acojer hemos comprobado que está aumentando el número de pacientes que acuden a la asociación en busca de ayuda.

-¿A qué se debe este aumento?

-Probablemente a que cada vez es más fácil jugar. Con el tiempo se ha ido aumentando la oferta de juegos, lo que hace que el ciudadano en general y el ludópata en particular tenga más fácil el acceso a las máquinas, los bingos o los casinos.

– El ludópata es un enfermo, pero no siempre se le ha visto así.

-Afortunadamente estamos consiguiendo que la sociedad tenga conciencia de que se trata de enfermos. Aunque, por desgracia, aún hay quien los considera unos viciosos o unos depravados.

– En el proceso de cambiar la visión que la sociedad tiene de estos enfermos ha tenido mucho que ver Acojer. ¿Cómo lo han conseguido?

– Con mucho trabajo. Llevamos más de veinte años trabajando con este tipo de pacientes. Además, a nadie se le puede olvidar que Acojer fue la primera asociación de este tipo que surgió en España. Fuimos los pioneros y detrás han venido otros que también han puesto su granito de arena para rehabilitar a estos enfermos.

– Hablando de rehabilitar a los ludópatas, ¿cómo se lleva a cabo el proceso de desenganchar a un adicto al juego?

– Con un tratamiento global, farmacológico y psicológico, aunque el núcleo central del proceso es la psicoterapia de grupo. Hay una primera fase de iniciación, que tiene como base la información al paciente, para que éste tome conciencia de lo que es el juego patológico. En la segunda fase, de seis meses de duración, se hace un abordaje cognitivo-conductual del problema. La tercera fase, de un mínimo de tres meses, es la de mantenimiento con la que se pretende afianzar lo que el paciente ha aprendido. Esta fase es fundamental para evitar recaídas.

Una adicción fuerte

– ¿Qué importancia tiene, a lo largo del tratamiento, el apoyo de la familia y amigos?
-El apoyo social siempre es importante, pero no es imprescindible. Hay que tener en cuenta que muchas de las personas que acuden a nosotros lo hacen tras perder a su familia, a sus amigos y su trabajo. Desgraciadamente, cuando muchos enfermos piden ayuda, es porque lo han perdido todo.

-¿Tan fuerte es esta adicción?

– Mucho más de lo que la gente puede pensar. Hay pacientes que se han jugado en un rato su sueldo y otros que han perdido los ahorros de toda una vida.Detrás de cada ludópata hay una historia.

-¿Hay un ludópata tipo?

– Nosotros no hablamos del ludópata tipo, sino del paciente tipo. En este caso, su perfil es el de un varón de 35 a 45 años, de clase media, con trabajo y que ya ha realizado algunos intentos, en solitario, para abandonar la adicción. Aunque lo más preocupante es que cada vez vienen enfermos más jóvenes a nuestras consultas.

– ¿Las mujeres no juegan?

– Sí, claro que lo hacen, pero no piden ayuda para dejarlo. Según nuestras estadísticas, de cada diez pacientes, dos son mujeres. Sin embargo, estas cifras no reflejan la realidad. Lo que sucede es que la ludopatía está muy mal vista en las mujeres, lo que impide que se atrevan a reconocer su adicción.

– ¿Y se supera la enfermedad?

– Rotundamente, sí. En Acojer tenemos un porcentaje de éxito del 80% el primer año.