Expertos médicos aseguran que el consumo de bebidas alcohólicas en verano puede favorecer la deshidratación y aumentar el riesgo de sufrir un golpe de calor. La ingesta de alcohol aumenta la producción de orina en 10ml por cada gramo de alcohol ingerido, lo que en cantidades excesivas puede llevar a la deshidratación e incluso a sufrir un golpe de calor.

En el ámbito deportivo, el miembro de los servicios médicos del Real Madrid, doctor Luis Serratosa, informó que «está demostrado que bebidas con un contenido igual o mayor a un 4% de alcohol (una cerveza está entorno al 4,5%) retrasan el proceso de recuperación por su conocido efecto diurético. Por ello, es muy desaconsejable tomar unas cervezas después de entrenamientos y partidos».

«Se puede afirmar que el alcohol disminuye nuestra capacidad de resistencia por sus efectos sobre el metabolismo de los hidratos de carbono (disminuye la disponibilidad de glucosa en la sangre), sobre el sistema cardiovascular (puede disminuir la contractilidad del corazón y por tanto su capacidad para enviar oxígeno al resto de nuestro organismo) y sobre la capacidad de termorregulación (por su efecto vasodilatador que favorece la pérdida de calor)» aseguró el doctor Serratosa.

Según el estudio «El alcohol en Europa: Una perspectiva de salud pública», elaborado por el Instituto para el Estudio del Alcohol, en Reino Unido, recoge datos que confirman que el viejo continente es la región del mundo donde se consume más alcohol. La mayor parte de los europeos consume bebidas alcohólicas y el consumo por bebedor alcanza los 15 litros por año. Casi la mitad de este alcohol es consumido en forma de cerveza (44%), dividiéndose el resto entre vino (34%) y licores (23%), según datos del citado estudio.

Además de ser una droga adictiva, esta investigación señala también que el alcohol es la causa de unas 60 enfermedades y dolencias diferentes, incluyendo lesiones, trastornos mentales y del comportamiento, afecciones gastrointestinales, cánceres, enfermedades cardiovasculares, pulmonares y músculo-esqueléticas, trastornos reproductivos, así como daño prenatal, mayor riesgo de parto prematuro y bajo peso al nacer. Y concluye que «el alcohol aumenta el riesgo de enfermedad de forma geométrica a la dosis; a mayor consumo, mayor riesgo».