La adormidera, la flor que fascinó a los artistas del Art Nouveau, es uno de los principales motores de la economía afgana, pese a estar prohibida. De esta planta, conocida por sus propiedades narcóticas, se extrae el opio. El Parlamento Europeo acaba de aprobar una resolución para que una parte de los cultivos ilegales se empleen para producir analgésicos dirigidos a los países en vías de desarrollo.

Se trataría de lanzar un proyecto piloto para convertir una pequeña parte de la actual zona de cultivos ilegales de adormidera afgana en campos destinados a la producción legal de analgésicos a base de opio, según una recomendación no vinculante adoptada en Estrasburgo. La resolución de los europarlamentarios insta a los países miembros de la UE a que ofrezcan su asistencia para aplicar el proyecto científico «Adormidera para medicinas».

Los analgésicos serían propuestos a precios asequibles en los 150 países en los que los tratamientos de este tipo son insuficientes, subraya el texto del eurodiputado liberal italiano Marco Cappato.

La adormidera, o «Parpaver somniferum», es una planta azulada de la familia de las amapolas. De sus frutos se extrae el opio, que contiene numerosos alcaloides, como la morfina. Este es un potente analgésico, pero también la «materia prima» de la que se extrae la heroína. Afganistán se ha convertido en el principal suministrador mundial de esta droga. Cada año, los cultivos de opio generan 3.000 millones de dólares, unos 2.086 millones de euros.

El impulsor de la economía afgana

Desde hace dos décadas, los talibanes y grupos terroristas promueven el cultivo de adormidera en Afganistán para beneficiarse de los altos gravámenes que imponen a los agricultores locales. De acuerdo con el informe de la Eurocámara, dar un marco legal a una parte de la producción permitiría reducir la financiación de los señores de la guerra, los talibanes, los insurgentes y los grupos terroristas.

Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen, el 93% de los opiáceos del mercado mundial provienen de Afganistán. El FMI y el Banco Mundial calculan que casi el 40% del Producto Interior Bruto (PIB) de este país está relacionado con el cultivo de adormidera

Casi tres millones de afganos (en torno al 10% de la población) trabajan en este sector. El año pasado, la producción ilegal alcanzó un nivel récord: 6.100 toneladas, un 50% más que en 2004.

La estrategia actual contra esta producción ilegal, impulsada por EEUU, es la destrucción de los cultivos. Pese a que la UE ha dado ayudas para estos planes, la medida ha sido criticada por los eurodiputados y grupos de expertos.

«La erradicación de los cultivos de adormidera ha sido un completo fracaso, pues la producción de opio casi se ha duplicado en sólo dos años. No sólo ha hecho que la estabilidad y la reconstrucción sean tareas prácticamente imposibles en Afganistán, sino que ha convertido a los granjeros en los brazos de los talibanes, porque les estamos robando su única fuente de ingresos», ha dicho Jorrit Kamminga, el director de políticas de investigación del Senlis Council, un grupo de expertos que analiza cuestiones relacionadas con seguridad y desarrollo.

Esta organización ha sido uno de los principales impulsores de la idea de convertir los campos ilegales de opio en fuente de medicinas. Tras conocer la decisión de la Eurocámara, Kamminga recordaba que la erradicación del opio por parte de EEUU ha resultado contraproducente y dará a los talibanes ventajas en su lucha por el apoyo del pueblo afgano.

El gobierno afgano ha dicho que la idea que secundan Senlis y los parlamentarios europeos causará más problemas que beneficios. Según Kamminga, «EEUU está presionando al gobierno afgano para que se centre en campañas de erradicación aún más agresivas, como fumigaciones».

El gobierno estadounidense es escéptico ante la propuesta de legalizar los cultivos. «¿Por qué alguien iba a pasarse al opio legal cuando pueden obtener esos [altos] precios?», planteaba a The New York Times Thomas A. Schweich, jefe del INL, la oficina del Departamento de Estado que lucha contra el crimen y el tráfico de drogas internacional. El año pasado, el gobierno de La India pagó a los granjeros que cultivan legalmente opio entre 20 y 50 dólares por cada kilo. Mientras tanto, en Afganistán los compradores ilegales ofrecían 125 dólares.