Coincidiendo con el año nuevo se multiplican las consultas médicas en busca de ayuda para dejar de fumar. Una tercera parte de los fumadores adultos hacen intentos cada año para dejar de fumar. Sin embargo, aunque muchos lo intentan, no todos lo consiguen. Para ayudar a las buenas intenciones está la Escuela para dejar de fumar publicada por CONSUMER EROSKI. Recientemente también se ha consolidado una nueva terapia, varenicline, como una de las opciones más eficaces. También se espera que, para dentro de pocos años, la vacuna contra la nicotina sea una realidad.

Un estudio efectuado en 2.510 fumadores por la compañía Harris Interactive pone de manifiesto que el 73% de fumadores ha tratado de dejar de fumar al menos una vez, el 57% asegura que le ha resultado una de las cosas más difíciles que ha intentado en su vida y el 59% opina que el apoyo de médico es fundamental. En España, el 30% de la población de más de 16 años es fumadora, según datos de la Encuesta Nacional de Salud del segundo semestre de 2006. Sin embargo, parece que el hábito empieza a reducirse entre los más jóvenes. Así lo revelan datos de la última encuesta del Plan Nacional sobre Drogas que señala que el consumo de tabaco entre los 14 y los 18 años ha caído del 21,5% en 2004 al 14,8% en 2007.

Motivación, voluntad y ayuda son tres pilares fundamentales para conseguir dejar de fumar. En muchos casos, la decisión viene de la mano de un problema de salud concreto que resulta el detonante necesario. Pero, aunque la motivación es fundamental, el éxito también depende del grado de dependencia de la nicotina, por lo que es importante buscar «aliados» que ayuden a resistir las primeras semanas, que suelen ser las más duras.

La temida abstinencia

La nicotina provoca adicción. Esto significa que al dejar de fumar aparecen trastornos físicos y psicológicos como irritabilidad, nerviosismo, dolor de cabeza, dificultad en la concentración o trastornos del sueño, entre otros. Estos síntomas son muy intensos durante los primeros días, y disminuyen su intensidad progresivamente hasta desaparecer completamente al cabo de tres meses, que es el tiempo que tarda el organismo en «olvidarse» de la nicotina.

La mayoría de los intentos para dejar de fumar se hacen sin ningún tipo de ayuda, sólo con «fuerza de voluntad». Pero, en muchos casos, están abocados al fracaso en pocos días. Hasta hace poco los recursos de los que se disponía para ayudar a dejar de fumar eran la terapia sustitutiva con nicotina y el bupropion. En la terapia sustitutiva se administra nicotina por una vía distinta a la del cigarrillo, en dosis que se van reduciendo paulatinamente. El tratamiento debe prolongarse durante unas 12 semanas, que es el tiempo que se considera que necesita el organismo para deshabituarse de la nicotina. La tasa de éxito a los seis meses del tratamiento alcanza entre un 25% y un 35%. En el mercado hay cuatro presentaciones distintas de nicotina de eficacia similar: parches, chicles, comprimidos y spray nasal.

La otra alternativa, el bupropion, actúa por un mecanismo totalmente distinto pero con efectos similares a los de la nicotina, por lo que también resulta útil para disminuir los síntomas de abstinencia. La eficacia del bupropion se sitúa entre el 18% y el 36% a los 12 meses de finalizar el tratamiento y, al contrario que en el caso de los sustitutos de la nicotina, el tratamiento se inicia sin dejar de fumar y, progresivamente, se van disminuyendo el número de cigarrillos.

Vacuna contra la nicotina

En estos momentos se encuentra en fase de investigación una terapia que se basa en un concepto totalmente distinto de los desarrollados hasta ahora: la vacuna contra la nicotina. Actualmente, un estudio en fase 2 ya revela que la vacuna consigue una tasa de abandono del hábito tabáquico de cerca del 16% a los 12 meses, porcentaje similar al conseguido con terapias como el ibupropion. El preparado se basa en un derivado de la nicotina que se une a una proteína para inducir una respuesta inmune que produzca anticuerpos contra esta sustancia.

Los anticuerpos se unen a la nicotina circulante evitando que cruce la barrera hematoencefálica y pase al cerebro, bloqueando su efecto adictivo. La investigación se efectuó con 301 individuos que fumaban al menos 15 cigarrillos diarios a los que, a lo largo de 26 semanas, se les administró cinco dosis de vacuna o bien placebo. La vacuna presentó como únicos efectos indeseables, reacciones locales en el punto de inyección, febrícula y dolores musculares. Los individuos en los que la respuesta inmune fue más intensa fueron los que consiguieron dejar de fumar durante más tiempo. Por otra parte, los fumadores que no lograban abandonar completamente el hábito, redujeron el número de cigarrillos.

El efecto de la vacuna dura unos 12 meses. Los expertos creen que para obtener mayores tasas de éxito, lo ideal será combinarla con otros tratamientos antitabaco de forma conjunta, o administrar primero los fármacos y posteriormente la vacuna, a fin de evitar recaídas. La vacuna, actualmente en desarrollo por Nabi Biopharmaceuticals con el nombre de NicVAX, es probable que esté disponible en tres o cuatro años. Actualmente se está planificando un estudio en fase 3 amplio para que pueda ser aprobada y comercializada.

VARENICLINE, EFICACIA PROBADA

Desde principios de 2007 ya se encuentra disponible en España la que puede considerarse la opción terapéutica más eficaz en la deshabituación del tabaco: varenicline. Su origen es la cytisina, un alcaloide extraído de una planta («Cystisus Laburnum»). El producto fue desarrollado en Bulgaria en los años 60 y utilizado en Europa Central y del Este en el tratamiento de la deshabituación del tabaco. Esta sustancia actúa de forma selectiva sobre los receptores nicotínicos anticolinérgicos que se encuentran a nivel cerebral.

En fumadores, la nicotina actúa sobre estos receptores provocando la liberación de dopamina, neurotransmisor que induce sensación de placer. Entre cigarrillo y cigarrillo, se produce una caída en los niveles de dopamina que provoca los síntomas de abstinencia. Varenicline actúa por un mecanismo totalmente distinto a los tratamientos hasta ahora disponibles para la deshabituación del tabaco: al ser un agonista parcial, no bloquea el receptor sino que lo estimula, logrando así disminuir el síndrome de abstinencia.

Hasta el momento se han realizado tres estudios que han incluido a casi 4.000 pacientes. En dos de ellos se comparó varenicline con bupropion y placebo y, en el tercero, varenicline versus placebo. El tratamiento duró 12 semanas y se hizo un seguimiento de los pacientes durante un periodo de 52 semanas. Los resultados señalan que, a las 12 semanas, el 44% de los tratados con varenicline habían conseguido dejar de fumar frente al 30% de los tratados con bupropion. A las 52 semanas de seguimiento, el 22% seguían sin fumar frente al 16% de bupropion y al 9% tratado con placebo. El tratamiento se toleró bien aunque con algún efecto secundario como nauseas (29%), sobre todo al principio del tratamiento, e insomnio.