La creciente demanda de tratamientos, el aumento de los casos de esquizofrenia, los infartos y anginas de pecho a edades tempranas y la pérdida de miedo hacia ciertas sustancias hacen temer a los especialistas que el consumo de drogas, sobre todo de cocaína, no para de aumentar en la provincia de Albacete. Los hay que tocan techo con sólo 13 años y quien, después de una década consumiendo, decide frenar porque su corazón le da un aviso.

No hay un perfil definido del consumidor, aunque lo que sí se ve es que se ha perdido el miedo a las drogas. Para colmo, éstas están cada vez más baratas y más al alcance de la población. La situación ha llegado a tal punto que en Salud Mental han visto en muy poco tiempo tres casos de adictos al consumo de setas alucinógenas. La inconsciencia de los jóvenes llega a tal punto que cultivan los hongos en las bañeras de sus domicilios y los ingieren sin pensar en las consecuencias.

La situación

Así de preocupante pintaron el panorama la coordinadora de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA), María Luisa Celorrio, y el jefe de servicio de Salud Mental, Juan Antonio Estévez Salinas, quienes se mostraron partidarios de que se incorpore personal sanitario a los colegios e institutos, para tratar temas tan importantes como las drogadicciones y la educación sexual. «Hay que empezar a trabajar ya, porque en plena adolescencia es difícil reconducir conductas», subrayó Estévez.

Asimismo, ambos especialistas advirtieron de que los médicos de Atención Primaria tienen que asumir la responsabilidad de dar la voz de alarma ante los primeros síntomas, ya que la mayoría de la población pasa por la consulta de estos facultativos al menos una vez al año.

«La familia no se entera de lo que hacen sus hijos», reiteró Estévez. Quizá en esta frase esté la clave, porque la UCA trató el año pasado 131 nuevos casos de adictos a la cocaína y 155 de alcoholismo. Si en 1994, cuando esta unidad inició su andadura, la mayoría de los enfermos eran víctimas de la heroína, hoy las drogas que mandan son la cocaína y el alcohol que, además, suelen consumirse a la par. Cogen la copa para frenar la sobreexcitación de la cocaína y retoman ésta para frenar el efecto sedante de la bebida.

Cabe señalar que por la UCA han pasado ya 3.770 adictos. El año pasado pidieron ayuda por primera vez 450 personas, pero es incalculable el número de adictos que está en la calle, consumiendo drogas legales e ilegales, sin plantearse dejarlo.

Reinserción

No hay que olvidar, tal y como lo explicó Celorrio a este diario, que «las adicciones son enfermedades crónicas con riesgo de recaída. El paciente recibe el alta y se cierra la historia, pero no puede volver a consumir nunca», insistió. Y es que tanto Estévez como Celorrio no se cansaron de repetir que no existen drogas duras o blandas. Todas van acompañadas de terribles consecuencias. El alcohol, por ejemplo, puede minar el hígado antes de que su víctima se reconozca como adicto. Para Estévez, la palabra abuso acompaña a cualquier droga cuando trae consigo problemas familiares, laborales o con la justicia. Si se consume de forma habitual, es cuando estaríamos ante una dependencia.

No obstante y al margen de matizaciones, los especialistas reconocen su desconocimiento de la cocaína, porque se trata de una droga relativamente joven. Estos polvos blancos, que se venden a unos cincuenta euros el gramo, tienen dos tipos de consumidores. Por un lado, está la generación de entre 35 y 40 años, que lleva una década consumiendo durante los fines de semana. Este grupo es que el llega ahora a Urgencias con infartos, anginas de pecho, trastornos de pánico, depresiones e, incluso, paradas cardiacas. En la otra cara de la moneda estarían los jóvenes de entre 17 y 28 años, que son los que protagonizan las reyertas y las conductas agresivas que cada vez son más frecuentes durante los fines de semana.

España es la puerta de entrada de la droga al resto de Europa. Esta circunstancia se da, además, en una época en la que se ha perdido el respeto a estas sustancias. Los jóvenes consumen cannabis con la falsa creencia de que se trata de un estimulante natural, pero cada vez está más relacionado con los brotes de esquizofrenia.

Pero por qué teniendo la información a su alcance, los jóvenes hacen caso omiso de las advertencias. El doctor Estévez, que tiene una amplia experiencia como psiquiatra, argumentó que «la sociedad en la que vivimos no valora la experiencia, el esfuerzo, el trabajo Hay poca tolerancia a la frustración y la droga ofrece un atajo para alcanzar antes el placer». Eso sí, «un atajo falso que va a entrar en conflicto con la estructura social».

Cambio de rumbo

El caso es que la sociedad actual sólo reacciona ante medidas coercitivas, lo que, en opinión de Estévez, prueba su fracaso. Así, el alcohol no ha descendido realmente de los accidentes de tráfico hasta que se ha amenazado con penas de cárcel.

Para la doctora María Luisa Celorrio, el problema del creciente consumo de drogas radica en que «las tienen en cualquier esquina. Hay una permisividad familiar y social que les facilita el acceso». De hecho, la coordinadora de la UCA trabaja con un grupo en el que hay adictos menores de 13 años.

En este punto, cabe recordar que quien quiera ayuda para su hijo, para un amigo o para él mismo, puede llamar a la UCA y pedir cita sin necesidad de que lo indique su médico de cabecera. Así, los casos que llegan a esta unidad proceden tanto de la llamada de particulares como de especialistas, prisiones, juzgados, médicos de familia, servicios sociales o Salud Mental. De hecho, la mayoría de las urgencias que llegaron el año pasado a Salud Mental tenían el consumo de drogas como telón de fondo. Así, cada día son más frecuentes los casos de consumidores de cannabis que llegan a Salud Mental con episodios psicóticos difíciles de distinguir de brotes esquizofrénicos.

Médicos y psiquiatras también están viendo la estrecha relación que guardan las adicciones con puestos de trabajo como el de camarero o relaciones públicas, pero ésta es una percepción que se probará en breve con un estudio.

La clave está, no obstante, en las familias y en la escuela. Asimismo, hay que tener muy presente, tal y como subrayó Estévez, que «el acceso a la droga facilita el consumo».