El psiquiatra Gerardo Flórez es el director de la Unidad para el Tratamiento de Conductas Adictivas que comenzará a funcionar mañana en las antiguas Urgencias del Hospital Santa María Nai. Este servicio es el resultado de la integración de la sección de alcoholismo y ludopatía de la Asociación As Burgas (a la que él ya estaba ligado profesionalmente) y de la de drogodependencias del Concello de Ourense (a la que se incorporó en septiembre de 2007).

¿Con qué retos asume la dirección de esta unidad?

– Es un paso integrador complicado administrativamente, porque la unidad ocupa las instalaciones del Complexo Hospitalario, pero el personal depende del Concello, que paga con una subvención del Plan Autonómico de Drogodependencias. El reto es integrar dos filosofías diferentes de trabajo: el tratamiento ambulatorio del alcoholismo, que está centrado en aspectos motivacionales, y el de las drogodependencias, que surgió en torno a la heroína y al tratamiento con metadona. Hay que fusionar, por lo tanto, los dos equipos. Y, dentro del ambiente del Sergas, habrá que ver cómo se mezcla la unidad con otros servicios con los que tiene relación, como son Psiquiatría y Salud Mental, Digestivo o Infecciosos.

¿Cuáles son las ventajas de esta integración?

– El reto es el intercambio de información entre servicios implicados en los tratamientos de un mismo paciente, que, además, es policonsumidor. Es lamentable el nivel de desinformación que hay entre los profesionales. Tradicionalmente (en la década de 1980) predominaban los consumidores de heroína -el objetivo era tratarlos en unidades de drogodependencias- y los de alcohol (y casi todos ellos fumadores de tabaco). Pero, con la llegada de la cocaína, los hábitos de consumo han cambiado y hoy son pacientes adictos a varias sustancias. No tiene sentido, por lo tanto, mantener unidades separadas.

¿Cuáles son los modelos de consumo hoy?

– Hay tres tipos de consumidores: los de tabaco y alcohol (y un porcentaje también de cannabis); de psicoestimulantes (cocaína y anfetaminas, sobre todo); de narcóticos (los consumidores de heroína que se han estabilizado con metadona han pasado al consumo de cocaína); y de psicofármacos (tranquilizantes, hipnóticos y otros opiáceos).

¿Con qué programas se abordará esta problemática?

– Vamos a desarrollar un programa de mantenimiento de la dispensación de metadona, en el que tenemos unos 400 pacientes. Aunque la heroína ha desaparecido como agente de peligro social, sigue en el mercado y muchos se incorporan a su consumo, aunque no como sustancia única. El tratamiento de esta adicción también la estamos abordando con naltrexona, que dispensamos a unos 50 pacientes. Otra línea de actuación es el tratamiento de los problemas de los psicoestimulantes, sobre todo, cocaína, que es el agente principal. El alcoholismo clásico está a punto de desaparecer -antes este problema aparecía a los 40 años y ahora entre los 20 y los 30-, pues ahora está asociado a la cocaína, que favorece sus efectos. El problema de esta droga es que ya se está extendiendo a todos los adictos, porque al tener un precio bajo hay más consumidores. Un 50% como mínimo de las primeras consultas que atendemos en general son personas consumidoras de cocaína, aunque no exclusivamente.

Pero ¿no hay un programa específico para tratar el alcoholismo?

– Sí y estamos asumiendo unas 250 ó 300 primeras consultas al año, pero no son consumidores puros de alcohol. También tenemos otros programas como el de ludopatía y cannabis, con unas 30 primeras consultas al año. El porcentaje de consumo de cannabis es alto y la mayoría de los que se tratan es por sanción administrativa -para conmutar la multa-. Además, es una droga que tiene detractores exagerados y partidarios exagerados. No sirve decir que se puede usar en Medicina, porque los derivados de la heroína o la cocaína, también, y esto no justifica su consumo lúdico. El cannabis es una sustancia con menor riesgo de abstinencia y contaminación que el alcohol, pero con riesgo pulmonar evidente o de psicosis y deterioro cognitivo en personas con predisposición. Otro programa que queremos poner en marcha es el del tabaco para pacientes con un grado elevado de dependencia. Asimismo, para la intervención con adolescentes que presenten problemas iniciaremos en junio un programa de formación con el fin de crear redes de trabajo.

¿Qué lugar ocupa el tratamiento residencial en esta unidad?

– Tenemos en las mismas instalaciones de la unidad un área de día para pacientes con apoyo familiar menor y con opción a la comunidad terapéutica. Tiene capacidad para 15-20 plazas y cubre las necesidades de la población. Por otra parte, aunque la mayor parte de desintoxicaciones de alcohol y heroína se hacen ambulatorias, también se producen ingresos por este motivo, entre 5 y 10 personas al mes -con una estancia media de 7 a 14 días-. La falta de recursos provocó que las adicciones de heroína se derivasen al área de Ferrol -1 ó 2 pacientes al mes-; pero desde septiembre, ya los estamos ingresando en el servicio de Psiquiatría del CHOU, como se venía haciendo con los adictos al alcohol. No obstante,, ahora se va a ampliar el número de camas de la unidad de Psiquiatría de Agudos (que está en el Santa María Nai) que se destinarán a nuestros pacientes.

¿La falta de una comunidad terapéutica en la provincia sigue siendo un problema a resolver?

– El Plan Autonómico de Drogas trabaja con tres comunidades terapéuticas y ninguna está en Ourense, que derivaba principalmente a sus pacientes -unos 20 al mes- a la de Tomiño, por cercanía. En ella, el proceso de ingreso no es inmediato, pero cubre las necesidades. Ahora hay una lista de espera de semanas.

¿Cuáles son las necesidades en cuanto a recursos asistenciales en la provincia?

– Hay que dotar de mejor asistencia a los pacientes de las áreas de Verín (que deben desplazarse a la ciudad para ser atendidos) y de O Barco (que son derivados a Monforte). Y plantearse la creación de una comunidad terapéutica en la provincia que abarque a población de otras zonas próximas.

Esta es una unidad de tratamiento, pero ¿por dónde pasa la prevención?

– Por la legislación del consumo de estas sustancias, por la educación y por el refuerzo parental -un mayor control de las familias sobre sus hijos adolescentes-.

¿Cada vez se consume a edades más tempranas?

– Las edades de inicio de demanda de tratamiento se van reduciendo. En pocos años la cantidad de agentes adictivos se ha dispersado y su disponibilidad, menor precio y menor percepción de riesgo hace que los jóvenes accedan más fácil. Se empieza a consumir a los 13 años.

¿Cuántos pacientes prevé atender la unidad al año?

– Tenemos unas 5.500 historias clínicas y capacidad para atender 400 primeras consultas al año.