Canadá defendió su polémica iniciativa legislativa para despenalizar el consumo de marihuana en la XXXIV reunión de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) de la OEA que se celebra en Montreal.

El ministro del Interior canadiense, Wayne Easter, declaró durante la apertura de la reunión que «en este país hemos reconocido que tenemos un problema con la marihuana y que las leyes actuales no están funcionando, las penas actuales no son uniformes en todo el país».

«Por ello lo que hemos decidido con la Estrategia Nacional sobre Drogas es tomar un planteamiento más global utilizando leyes, aumento de penas para operaciones de cultivo, métodos de prevención de uso de drogas y una campaña de educación para informar a la juventud que la marihuana es dañina», añadió el ministro canadiense.

Easter respondía con estas palabras al discurso pronunciado por Rafael Macedo de la Concha, procurador general de México, presidente saliente de CICAD y quien criticó la tendencia de legalizar el consumo de drogas como forma de lucha contra el narcotráfico.

Sin identificar explícitamente a Canadá, Macedo declaró que «consideramos oportuno hacer un llamado a todos los estados miembros para rechazar las tendencias de legalización o consumo controlado, ya que fomentan la aceptación social de las drogas y, con ello, aumentan el riesgo» al que está sometida la juventud.

Añadió que «esta es una amenaza al desarrollo mundial y, por ello, debemos tener muy claro que nuestros esfuerzos deben ser integrales, para erradicar la producción, el tráfico y el consumo de drogas».

El procurador general de México hizo hincapié en que «el fenómeno de las drogas no sólo se combate con la disminución de la demanda, sino con acciones específicas para reducir la oferta de drogas».

A mediados de este año, Ottawa anunció que tenia previsto presentar al Parlamento una ley para despenalizar el uso de marihuana a la vez que pretendía aumentar las penas para aquellos que cultivan y trafican con el cannabis.

Ante el aluvión de críticas recibidas, especialmente por parte del Gobierno de Estados Unidos, el ministro de Justicia canadiense, Martin Cauchon, defendió la iniciativa legal canadiense al destacar la desproporción entre el consumo de marihuana y sus repercusiones legales.

Hay «muchachos que están recibiendo condenas criminales (por fumar marihuana). Esto puede causar un impacto devastador en sus vidas, desde el tipo de trabajos que pueden obtener hasta viajar o ir a la universidad en otros países, especialmente en Estados Unidos», dijo en mayo pasado Cauchon.

En octubre pasado, el primer ministro, Jean Chrétien, aumentó la tensión entre Ottawa y Washington cuando declaró a un periódico que «la despenalización de la marihuana es normalizar algo que es una práctica».

«Sigue siendo ilegal pero ¿usted cree que los canadienses quieren que sus hijos, de 17 ó 18 años, que fuman marihuana una vez y son cogidos por la policía tengan una ficha policial durante el resto de su vida?», indicó en esa ocasión Chrétien.

Agregó que «no sé que es la marihuana. Quizás la pruebe cuando ya no sea un delito criminal. Tendré el dinero de mi multa y el «porro» (cigarro de droga) en la otra mano».

En su informe a la CICDA, Macedo destacó que se ha iniciado «la elaboración de un estudio para identificar las áreas más utilizadas para el desvío de estos precursores, y que durante este año se comenzó a usar la base de datos de Naciones Unidas para el control de las exportaciones e importaciones de precursores químicos».

El procurador general mexicano también dijo que «es relevante señalar que el estudio hemisférico del narcotráfico marítimo señala que las drogas enviadas a América del Norte y Europa desde América del Sur, se lleva a cabo en una zona de 15 millones de kilómetros cuadrados de océano que comprende el Caribe, el golfo de México y la región oriental del Océano Pacífico».