Según los expertos, provoca alucinaciones y psicosis más potentes que los de la heroína o el LSD, y la Policía filipina atribuye a la conducta agresiva derivada de su consumo muchos de los asesinatos y otros crímenes violentos que cada día se cometen en el país.

La sustancia conocida por los químicos como metaanfetamina hidroclorídrica o cristalina afecta al sistema nervioso y a corto plazo puede causar insomnio, irritabilidad, agresividad y paranoia.

A largo plazo en dependientes crónicos, sus efectos son todavía más perniciosos, pues la droga erosiona los vasos sanguíneos que llegan al cerebro, generando síntomas parecidos a los del Parkinson, alertan las autoridades sanitarias.

Una de las enfermedades asociadas más conocida es la temida «meth mouth» o «meta-boca», gracias a la que es fácil reconocer a los adictos porque sus dientes toman un color grisáceo y se deterioran a un ritmo tan rápido que se caen a los pocos meses.

Se distribuye en pequeños cristales que se fuman vaporizados y sin emitir olor alguno en las mismas pipas que se utilizan para la heroína pero en dosis mucho menores, de apenas 0,1 gramos frente al gramo habitual para los opiáceos.

Una bolsita de esa cantidad, con una calidad del 80 por ciento, vale actualmente en el mercado local apenas 500 pesos (menos de diez dólares), pese a que el precio ha subido de forma exponencial por la cada vez mayor demanda.

Esa cantidad de shabú es suficiente para que el usuario experimente durante hasta doce horas un drástico aumento de la energía corporal y sensación de euforia y nerviosismo.

No obstante, a la vez produce contracción espasmódica de los músculos, sudoración, alucinaciones y, en cuanto empieza a remitir la euforia, brotes de psicosis y violencia, entre otros efectos.

La fabricación de la droga es poco costosa y sencilla, ya que su principal componente activo, la efedrina, se halla en muchos medicamentos para combatir el resfriado legales en todo el mundo pero prohibidos en Filipinas.

De cien kilos del fármaco se pueden extraer hasta 70 kilos de droga, señalan fuentes de la lucha antidroga.

Por lo general, el shabú es elaborado en laboratorios móviles operados por capos itinerantes de las mafias chinas que casi siempre son desmantelados a tiempo antes de ser descubiertos por la Policía.

El tráfico de esta sustancia es ahora una industria que mueve cientos de miles de dólares al día, según datos de las Naciones Unidas.

El general Dionisio Santiago, jefe de la Agencia Antidroga filipina, denunció la pasada semana en rueda de prensa que el poder de las bandas de narcotraficantes es tal, que se está convirtiendo en un peligro para la seguridad del Estado por su creciente influencia sobre políticos y jueces en una de las naciones consideradas de las más corruptas del mundo.

Pese a que la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo, se comprometió a dirigir personalmente la lucha antidroga, ningún destacado narcotraficante ha sido detenido y llevado ante la justicia.

Además, el shabú se exporta ya a otros países asiáticos, Estados Unidos, Australia -donde se le llama «ice» (hielo)- y desde hace poco también a Europa.

En 2007, un sindicato de filipinos que distribuía la sustancia en España fue desarticulado en Barcelona, donde por aquel entonces casi nadie había oído hablar nunca de la metaanfetamina cristalina.

Cerca del 6 por ciento de los 90 millones de filipinos ha probado alguna vez este tipo de narcóticos, el mayor índice de prevalencia de todo el mundo, de acuerdo con el informe de 2008 de la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU.