Son muchas las etiquetas que se les aplica: yonquis, toxicómanos, drogadictos. Ellos se consideran enfermos, productos rebotados de la dependencia con respecto a una sustancia que en la mayoría de los casos se apellida heroína. Así es como los considera también la sociedad en general; así es como, mejor dicho, la Administración aborda el problema: para quienes desean, teóricamente al menos, desengancharse abren sus puertas desde hace años los servicios de prevención y atención al drogodependiente (SPAD) en su versión terapéutica.

El de Vilagarcía es uno de los dos SPAD que operan en O Salnés. El otro es el de O Grove. Más allá, Pontevedra y Santiago. Sucede que los usuarios de la capital arousana no están contentos. Aunque parezca complicado, se han organizado para concentrarse frente a las instalaciones ubicadas en la avenida de A Mariña y reclamar cambios. Su intención es repetir la movilización cada martes. Ayer lo consiguieron.

Una docena larga de pacientes, en su inmensa mayoría hombres, se acomodaron hacia mediodía en el parque Miguel Herández. Los gritos y las consignas contra la forma en la que trabaja el SPAD se acompañaron de una pancarta en búsqueda de soluciones Sus reclamaciones se concentran en tres puntos: dispensación de metadona domiciliaria sin necesidad de que un familiar supervise la entrega y se haga cargo del opiáceo más empleado en los procesos de desintoxicación; incremento del número de facultativos que atienden el servicio («solo hay un médico y nosotros somos mil», aseguran); y explicaciones sobre los tratamientos de que son objeto, «porque nos dan y nos dan sin decirnos nada, ni siquiera la cantidad», concluye uno de los usuarios, que actúa como portavoz de sus compañeros. Quieren, por último, una suerte de auditoría para conocer cómo está funcionando el sistema y cursos formativos «que nos preparen para la inserción laboral, no cerámica ni alfarería».

Las quejas se multiplican sobre el terreno. «Tengo que venir todos los días desde Caldas porque no tengo familia y así no me dan la metadona para seis días». «Yo lo mismo -asegura un segundo paciente- y eso que vivo en Rianxo». Otro asegura llevar 18 años acudiendo al servicio: «A ver quién es el guapo que me dice que me voy a curar en el SPAD». «Yo para curarme me tuve que ir -afirma un hombre limpio- y ahora los apoyo porque esto es un desastre».