El equipo de investigación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León, dirigido por la catedrática Raquel Rodríguez Rodríguez, del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Salamanca (USAL), avanzan en el conocimiento de opioides para el diseño de un nuevo fármaco contra el dolor.

Se trata de buscar «un remedio contra el dolor que conserve la potencia analgésica de la morfina pero que elimine sus efectos secundarios», explica Fátima Macho Sánchez-Simón, investigadora que ha profundizado en el conocimiento de la actividad reguladora de los opioides, tanto en su función analgésica como en la aparición de tolerancia, dependencia o adicción.

Macho ha estudiado cómo afecta la morfina a la expresión de los receptores opioides de los embriones del pez cebra. Así, ha descubierto «in vivo» lo que ya se había determinado en experimentos «in vitro», por ejemplo, en cultivos celulares, «que la morfina incrementa la proliferación celular, actúa como protector neuronal frente a daños ocasionados por la exposición a tóxicos como el glutamato y potencia la diferenciación neuronal».

Sin embargo, el reto «más importante» era «desentrañar el posible mecanismo a través del cual la morfina tenía esos efectos». Tras estudiar 385 «micro RNA», pequeñas moléculas que regulan la transcripción de genes, y su interacción con el sistema opioide, la investigación reveló la importancia de uno de esos micro RNA, el apellidado «133-b». Éste, dice Fátima Macho, «inhibe la diferenciación de las neuronas dopaminérgicas, esenciales en la modulación de la sensación dolorosa y el desarrollo de procesos adictivos, y además, al contrario que la mayoría de los «micro RNA», inhibe la proliferación celular».

Eficaces para otras enfermedades

Pero este descubrimiento tiene relevancia no sólo en el ámbito de la drogodependencia sino también en enfermedades como el Parkinson, ya que la pérdida de neuronas dopaminérgicas es una de las causas por la que ésta se origina, y en distintos tipos de cáncer, señalaron desde la USAL.

Según un grupo de investigación oncológica de la Universidad de Chicago, Estados Unidos, a veces el remedio es casi como la enfermedad, porque «la acelera». En concreto, explica Fátima Macho, este grupo descubrió que «la morfina aumenta el número de células en proliferación, lo que en embriones es algo positivo para su crecimiento, pero que en ciertos tipos de cáncer incrementa la velocidad de metástasis». Esa sustancia «disminuye la expresión del «microRNA-133b» y esto puede ser causa del incremento de la proliferación celular que ese opioide produce, tanto «in vitro» como «in vivo»».

Este descubrimiento tendría, según Fátima Macho, relevancia en el campo de la investigación del cáncer con el fin de establecer nuevos tratamientos de control del dolor que no aumenten el riesgo de metástasis. Un tema en el que por primera vez está investigando otro doctorando del grupo, Óscar Blanco.