El tratamiento con buprenorfina-naloxona anula los efectos de la heroína y hace que su consumo sea «inútil», provocando, por tanto, un doble efecto positivo sobre las personas con adicción a esta droga. Así de contundente se pronunció ayer el psiquiatra y jefe de sección de drogodependencias en el hospital Santa María del RosellRicardo Ortega García, durante el IV Symposium Nacional sobre Adicciones celebrado en Vitoria. 

«La buprenorfina se fija más que la metadona a los receptores, de modo que si el sujeto consume heroína su cuerpo no es capaz de utilizarla porque sus receptores ya están «cubiertos» y su consumo es inútil», explicóOrtega, quien aseguro que, por tanto, «su compra pierde sentido». 

Por este motivo, el consumo de heroína de estos pacientes con trastorno por adicción se reduce notablemente o acaba por desaparecer, una circunstancia que, aparte de tener un beneficio sobre su propia salud, redunda también en una ganancia social. «Si se reduce el consumo, bajan también los niveles de delincuencia», comentó el jefe de psiquiatra del hospital del Rosell. 

Asimismo, otra ventaja fundamental es que, mientras que la metadona es un agonista –compuesto capaz de incrementar la actividad de otro– total de los receptores opiáceos, la buprenorfina es una agonista parcial. «La buprenorfina tiene un efecto techo, que protege contra la sobredosis. Si el consumo de metadona es elevado puede producir sobredosis. Con la buprenorfina se evita esta situación», concretó Ortega.

Se evita el tráfico

Con este tratamiento, iniciado en 2008 en Cartagena, a la buprenorfina se le asocia la naloxona. «La naloxona es un antagonista a los opiáceos; es decir, anula los efectos. De modo que si alguien se la pincha no le hace nada», indicó Ortega. 

De esta forma, se evita el intercambio de jeringuillas y el tráfico con estas sustancias terapéuticas de los trastornos adictivos. 

Además, su consumo, que es diario y por vía sublingual ­–parte inferior de la lengua– «no afecta a tanto a nivel cognitivo y deja al sujeto menos sedado».

En este sentido, el doctor Ortega señaló que «en general tiene menos efectos secundarios que la metadona y muchas menos interacciones con otros fármacos». Un aspecto importante, ya que como recordó el responsable del servicio de Psiquiatría del Rosell el 80% de los pacientes con trastornos de la adicción presentan también algún tipo de enfermedad mental, en lo que se conoce terminológicamente como patología dual. 

«Suelen ser pacientes polimedicados, ya sea porque presentan patología dual o porque se han contagiado con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) o la hepatitis, de modo que es importante que la terapia tenga pocas interacciones», razonó este especialista.

Tiene un coste más elevado 

El único inconveniente, aparte de que su coste «es algo superior» a la metadona, es que para comenzar el tratamiento se «deben esperar, al menos diez o doce horas tras el último consumo». El paciente tiene que experimentar un poco de abstinencia. 

Sin embargo y como concluye Ortega, quien presentó este tratamiento en el citado symposium celebrado entre los días 11 y 13 de mayo en Vitoria, la buprenorfina-naloxona presenta «tantas ventajas» para el abordaje de estos pacientes, que se terminará imponiendo «tanto por sus beneficios clínicos como por sus beneficios legales y sociales».

En la actualidad la consejería de Sanidad busca alternativas a la metadona que abaraten el coste de este tratamiento, que en la Comunidad Autónoma de Murcia supone un gasto de más de 46.000 euros al año.

Sanidad ha puesto en marcha un estudio para determinar qué cuesta el programa de tratamiento sustitutivo con metadona para personas con dependencia a opiáceos por si fuera factible cambiar este fármaco por otro más económico cuyos efectos médicos sean los mismos.