«El tabaco provoca cáncer». Pronunciar esta frase en los años 50, cuando hasta en las consultas médicas lo habitual era respirar el humo de los cigarrillos, no resultaba una tarea fácil.

Richard Doll lo hizo. Fue el primero en demostrar que los fumadores tenían un riesgo mucho más alto de desarrollar un cáncer de pulmón. Y, aunque al principio sus palabras no obtuvieron demasiada resonancia, finalmente la comunidad científica tuvo que ceder ante la evidencia. Sus trabajos marcaron un antes y un después en la epidemiología del cáncer y el abordaje de la salud pública.

Nacido en Hampton (Reino Unido), el científico cumpliría cien años este domingo. Sus discípulos no han olvidado la fecha y, por eso, la han elegido para publicar nuevos datos sobre los males del tabaco. Según aseguran, el propio Doll tuvo la oportunidad de ver los resultados preliminares de la investigación pocos días antes de su muerte en julio de 2005.

El trabajo, que aparece en un adelanto «on line» de la revista «The Lancet», demuestra los efectos nocivos que el consumo de tabaco tiene a largo plazo en las mujeres. Según sus conclusiones, las mujeres que fuman a lo largo de toda su vida adulta tienen una tasa de mortalidad hasta tres veces superior a la de quienes no prueban el cigarrillo.

Este estudio es el primero que analiza de forma sistemática en Reino Unido las consecuencias del tabaquismo prolongado. Hasta ahora, no había sido posible, ya que fue en una época relativamente reciente- los años 60- cuando se generalizó en el país el consumo de tabaco entre el género femenino. Sus hallazgos demuestran que el tabaco es tan nocivo para los hombres como para las mujeres.

Con todo, este eguimiento de más de un millón de mujeres británicas también aporta buenas noticias. Como el dato de que, en las mujeres que dejan de fumar antes de los 40 años, ese riesgo añadido de mortalidad se reduce de forma importante.

«Abandonar el hábito pronto da 10 años más de vida», concluyen los autores. En un comentario que acompaña a la investigación en la revista médica, se cita al propio Doll como colofón y advertencia a las autoridades sanitarias: «La muerte en la tercera edad es inevitable, pero la muerte antes de esa época no lo es… Debemos encontrar formas para limitar el gran daño que está causando el tabaco (…)».

Otras investigaciones

El tabaquismo no es, ni mucho menos, el único área de estudio que investigó Richard Doll. También resultaron claves sus trabajos sobre la asociación de las radiaciones y la leucemia o acerca de los efectos del amianto frente al cáncer de pulmón.

«Es un maestro para muchos en el área de la epidemiología», señala Andreu Segura, responsable del área de salud pública del Instituto de Estudios de la Salud y profesor del departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Segura tuvo ocasión de conocerle en el juicio del síndrome del aceite tóxico -más conocido como el caso de la colza-, donde Doll acudió en calidad de perito neutral designado por la Organización Mundial de la Salud.

«Me sorprendió su serenidad y su habilidad. No perdió la calma en ningún momento, pese a la actitud de la defensa, que hacía preguntas como si los peritos fuésemos los culpables», señala Segura.

Su informe -«en cuyas explicaciones fue muy cuidadoso»- confirmó que el aceite era el causante del síndrome que hizo enfermar a más de 20.000 personas en la España de principios de los 80.

Por su larga y prolífica trayectoria profesional -estuvo en la brecha hasta los 95 años- el nombre de Doll sonó en múltiples ocasiones para recibir el Nobel, pero nunca llegó a recibir el galardón, algunos dicen que por sus coqueteos de juventud con el comunismo.