¿Cuántos pacientes nuevos van cada año en la Unidad de Hígado y Alcohol, dependiente de Medicina Interna?

– Por nuestra unidad han pasado más de 350 enfermos de alcoholismo. Con alcoholismo activo estamos siguiendo actualmente unos 150 pacientes. En nuestra unidad, además, se presta también estudio a otras patologías hepáticas que no están asociadas al alcoholismo.

¿Aumentan los pacientes que llegan a la unidad?

– Conforme se va conociendo el servicio que prestamos a ese tipo de patología alcohólica vemos que se incrementa el número de enfermos que llegan, y nos satisface comprobar que podemos ofrecer posibilidades de mejora y esperanza de curación a ese tipo de pacientes.

¿Cuál es el perfil del nuevo bebedor que llega a la consulta? ¿más hombre o mujeres?.

– En general es un paciente que no es plenamente consciente del serio riesgo en que se encuentra hasta que, bien informado por el médico de cabecera, accede a un seguimiento de forma coordinada entre Primaria y nuestra Unidad de Hígado y Alcohol en el Servicio de Medicina Interna del Hospital. Actualmente, tanto en hombres como en mujeres se observa un incremento del alcoholismo. En nuestra unidad, los adultos que padecen alcoholismo entre los hombres suponen el 85% respecto a las mujeres. Pero desgraciadamente, el incremento es tremendamente significativo en la juventud, en donde la proporción hombres o mujeres se equilibra. El poco interés que se presta a fenómenos como el «botellón», tan devastadores tanto a nivel personal como social, presagian un descontrol todavía mayor en esta seria enfermedad, a la que urge sin dilación prestar extrema atención.

¿Cuántas personas están ingresadas en el Hospital como consecuencia del abuso de la bebida?

– En general la enfermedad alcohólica en sus distintas manifestaciones, que por enumerar algunas principales, son a nivel hepático, sistema nervioso central, cardiaco, pancreático, traumatológico por los accidentes de todo tipo que provoca, y, por supuesto, psiquiátrico, viene a afectar a un 10% de los ingresados en el Hospital. Es una cifra de enorme proporción.

¿Cree que como consecuencia de la crisis se están relajando las campañas?

– Pienso que asistimos a una tremenda paradoja, por una parte hay cada vez más sensibilidad al tema del alcoholismo y con frecuencia nos escandalizamos con las tragedias a las que lleva el alcohol, pero por otra se carece de fórmulas eficaces para hacerle frente, quizás por no dar la importancia debida que merece. En ese ambiente, la crisis económica indudablemente incrementa el número de pacientes con esta seria enfermedad, entre personas que ven en el alcohol un refugio que aminore sus preocupaciones. Una forma de iniciar la solución al enorme riesgo que lleva esta enfermedad me parece que debe empezar por un serio plan de formación a distintos niveles, y en concreto: a nivel familiar, escolar, universitario, y, ciertamente, sanitario.

¿Cómo pueden los padres detectar que su hijo está en riesgo?

– Es una cuestión de gran interés, pues los padres no pueden ni deben ser ajenos al serio riesgo a que corren sus hijos. Por ejemplo, se debe saber que el sistema nervioso central del adolescente está en periodo de madurez, y la toxicidad del alcohol es tremendamente lesiva en ese estadio, que se suma a los trastornos psicológicos que provoca: desatención a los deberes familiares y escolares, retraso en el nivel de aprendizaje, escasa desmotivación para otras aficiones que no esté presente el alcohol…etc. Buscar la desinhibición que provoca el alcohol nunca es gratis, y siempre se sufren serias consecuencias a nivel de la salud.

¿Cuánto dura el proceso de desintoxicación?

– Es especialmente difícil en el periodo de adolescencia, pues debe contar con la actuación concreta de formación adecuada y exigente que deben proporcionar la familia, contando con la ayuda escolar y sanitaria que precisen, pero siempre dirigida por los padres, que deben estar al tanto de todo lo que les ocurre a sus hijos. En la edad adulta, no puede conseguirse solucionar el alcoholismo si no se pasan años de seguimiento coordinado entre el médico de cabecera y las unidades especialmente diseñadas para ese fin en el Hospital, por supuesto contando siempre con el apoyo familiar.

¿Los daños son irreparables?

– Los daños, en algunos casos, pueden ser muy difíciles de reparar. Sin embargo, es muy gratificante comprobar que enfermos seriamente afectados por el alcoholismo inician una recuperación muy esperanzadora hacia la curación.

¿Tienen previsto algún programa nuevo en el Hospital para estos enfermos?

– Estamos llenos de ilusión en poder prestar el mejor servicio a este tipo de enfermos desde nuestra unidad de Hígado y Alcohol en el Hospital, contando con la coordinación de Primaria. Pero ciertamente podremos llegar a más si podemos avanzar en esa coordinación, y en los programas de formación que considero que son vitales para dar un clara solución a esta enfermedad de efectos tan seriamente nocivos tanto a nivel personal como social. En eso estamos trabajando.