El proyecto de legalización de la marihuana en Uruguay instaló visiones antagónicas entre médicos que afirman que causará una caída en el consumo de drogas duras y otros que consideran que banaliza los efectos nocivos del cannabis.

Raquel Peyraube, médica experta en drogas y asesora de la Presidencia en el proyecto, considera que la ley tiende a disminuir el consumo de drogas más peligrosas. «Se le atribuye a la marihuana ser la puerta de entrada para otras drogas, eso no es cierto (…) en todo caso si hay una droga de puerta de entrada sería el alcohol, no la marihuana», aseguró.

La regulación de un mercado ya existente le sacará el control al narcotráfico, afirmó la profesional, que admite de todas formas que inicialmente puede ser que haya un aumento del consumo.

En la vereda opuesta, el psiquiatra Pablo Trelles, con más de 20 años de experiencia en el tratamiento de jóvenes. Él advierte sobre la posibilidad de que vastos sectores se vuelvan consumidores solo porque no se ha analizado y se han banalizado los riesgos que tiene esta ley para la salud pública.

Trelles está en total desacuerdo con la ley impulsada por el presidente José Mujica, que convertirá al país en el primero del mundo en el que el Estado asume el control y la regulación del mercado de cannabis. «Cuando se avala esta ley el mensaje que usted le envía a toda la población es que es una droga, pero es menos mala que otras drogas y por lo tanto que puede ser consumida» .

Uno de los aspectos más criticados de la ley -que permite el autocultivo, clubes de membrecía y venta en farmacias de 40 gramos mensuales de marihuana por usuario a residentes en el país- es la creencia de que expone a los menores al consumo de la sustancia.

«En algún momento se ha jerarquizado el presunto efecto beneficioso de la medida. No se lo ha hecho con lo perniciosa que es esta droga para la salud, en particular de los más chiquitos y desprotegidos, aquellos que viven en los denominados asentamientos», remarcó Trelles.