Le ofrecieron «dinero fácil» y no lo pensó mucho. Necesitaba sustentar sus estudios y ayudar a su familia. También, de vez en cuando, quería salir a divertirse: unos soles en alcohol y mujeres para «pasarla bien». La solución para tener dinero «fácil» no hacía presagiar las consecuencias, como el hecho que hoy esté en la cárcel. Este es el testimonio de un «mochilero», nombre con el que se conoce a las personas que son utilizadas por el narcotráfico para trasladar droga desde los valles cocaleros hacia las principales ciudades de la sierra del Perú.

«Tengo 21 años, no culminé mis estudios secundarios, pues desde los 15 años veo a muchos jóvenes con carro, moto y en fiestas; así que me hice amigo de uno de ellos y me propusieron entrar al negocio de transporte de droga. Acepté y me fue bien por más de cinco años. (…) cuando me agarraron me vi en nada. Tengo una sentencia de 14 años y lo que más me duele es ver cómo sufre mi familia por mí», señala uno de los testimonios de un reciente estudio del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (Cedro), a cargo de la socióloga Laura Barrenechea.

En base a 33 entrevistas, el estudio «Mochileros: una carga pesada» da cuenta del contexto y las características de estos jóvenes que forman parte de la cadena del narcotráfico en el traslado de pasta básica y clorhidrato de cocaína en las regiones de Ayacucho y Apurímac.

Además, concluye que el principal factor para aceptar este tipo de trabajo es el económico. «El elevado nivel de pobreza y la falta de oportunidades incrementan la posibilidad de que un joven opte por un camino `fácil’ para conseguir dinero», sostiene el documento al que tuvo acceso INFOREGIÓN.

El bajo nivel educativo es otro factor determinante, pues la mayoría solo ha estudiado primaria completa, incluso incompleta, o algunos años de secundaria.

La mayor parte de los entrevistados se involucraron en el negocio ilícito por amigos cercanos o conocidos. Sus edades fluctúan entre los 20 y 35 años de edad. Muchos llegaron a hacer de cinco hasta diez viajes, en contraste con algunos que fueron capturados en su primer o su segundo intento.

«El dinero que me ofrecían me ayudaría a tener ganancias para posteriormente seguir estudiando y ayudar a mi familia, pero no fue así porque en la primera vez que llevaba me intervinieron y ahora tengo una sentencia de 14 años sin beneficio», dice uno de estos jóvenes.

La ruta

El estudio de Barrenechea también identificó las principales rutas por donde sale la droga. Desde Unión Mantaro (Junín) hasta Vizcatán y luego a Churcampa (Huancavelica), por ejemplo; o desde Ayna hasta Huanta y luego a la misma ciudad de Ayacucho; o de Chungui en la conocida zona como «Oreja de perro» hasta Chapi y finalmente Andahuaylas (Apurímac), donde el control es menor.

Durante el trayecto -protegidos por hombres armados- cuentan con información de los terroristas sobre posibles operativos o presencia policial, por lo cual los terroristas les cobran una cuota, se informó (INFOREGIÓN).