Dilatación y disfunción contráctil de ventrículo izquierdo y derecho, hipertrofia del ventrículo izquierdo o focos de fibrosis focal. Son los trastornos más frecuentes que presentan los adictos a la cocaína que sufren algún tipo de afectación cardíaca. Aunque no presenten síntomas, según un estudio realizado en España y Reino Unido, hasta el 71% de los cocainómanos presentan algún tipo de estas patologías.

En el estudio, publicado en el Journal of Cardiovascular Magnetic Resonance, se incluyeron de forma consecutiva 94 personas con adicción a cocaína (81 de ellos hombres). A todos se les hizo una cardiorresonancia magnética con estudio morfológico y funcional del corazón y la aorta, así como de detección de inflamación o fibrosis focal del miocardio. En los primeros 50 pacientes también se llevó a cabo un estudio de detección de isquemia.

De este modo, técnicas de imagen cardiaca han permitido confirmar que el consumo a largo plazo de cocaína supone una afectación cardiovascular incluso en individuos asintomáticos. Por ello, se considera que gracias a estos hallazgos sería planteable modificar el manejo de los adictos a cocaína, para incluir en su valoración médica una evaluación cardiaca incluso aunque no muestren síntomas de padecer ninguna alteración cardiovascular.

Al respecto, la doctora Alicia Maceira, primera firmante de la investigación, explica que aunque el estudio no ha sido diseñado para determinar por qué se producen exactamente estos problemas, «lo que sí sabemos es que un porcentaje muy alto de estos individuos, aunque estén asintomáticos, presentan patología en el corazón».

De este modo, la novedad es que hasta el momento la mayor parte de estudios de afectación cardiaca en personas con adicción a cocaína se habían hecho en pacientes seleccionados por síntomas, tras haber padecido un infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, o se investigaba el consumo de cocaína en todos los pacientes que presentaban una determinada patología. En cambio, en este caso se ha evaluado a cocainómanos asintomáticos y no seleccionados (se incluyeron en el estudio de forma consecutiva, conforme llegaban al centro de adicciones y cumplían los requisitos solicitados).

Así pues, se aconseja «una valoración cardiológica en estas personas, aunque estén asintomáticas». De hecho en una segunda fase del estudio, que ya está en marcha, se está valorando la posibilidad de que estas anomalías cardíacas pudiesen desaparecer al dejar de consumir cocaína, y también se quiere determinar qué factores de consumo, como vía de consumo, dosis, o años, influyen en la aparición de estas alteraciones y pueden ayudar a determinar quiénes deben ser sometidos a un estudio cardiológico.

En este estudio colaborativo han participado la Unidad de Imagen Cardíaca de ERESA (Dres. Maceira, Igual y Belloch), el Departamento de Cardiología del Hospital Arnau de Vilanova (el doctor Cosín), la Unidad de Conductas Adictivas del área Valencia-La Fe (la doctora Ripoll), el Departamento de Psiquiatría del Hospital General de Valencia (el doctor Salazar) y la Unidad de cardiorresonancia del Royal Brompton Hospital de Londres (Dr. Pennell).