Cuando Mark Trouville asumió como el principal agente federal del cumplimiento de las leyes contra la droga en Miami, posó, como era de esperarse, su mirada sobre América Latina y el Caribe.

De ahí era de donde siempre había venido la cocaína, ya desde finales de la década de 1970, cuando Trouville trabajaba como un agente novato en Miami.

Lo que no pudo prever fue un creciente azote de las drogas en su propio patio trasero: las clínicas que hacían de molino de píldoras en Florida; y que dejarían cuantiosas muertes por sobredosis de analgésicos.

El que Trouville termine su carrera de cumplimiento de la ley con la persecución de médicos deshonestos que venden ilegalmente recetas de medicamentos; señala cuanto ha cambiado la guerra contra las drogas desde la época de los «vaqueros de la cocaína».

«Cuando llegué aquí, todas las misiones eran de mirar hacia el sur», dijo Trouville, de 58 años, quien se retirará el viernes como el agente especial de más largo servicio de la Administración para el Control de las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) a cargo de la oficina en Miami. «En los últimos cinco años, hemos tenido que ver a la misma Florida».

En el 2010, la epidemia de molinos de píldoras era un problema nacional, que se difundía sin control en la Florida. Los médicos escribían recetas y vendían los analgésicos en sus propias clínicas. Noventa de los 100 principales médicos que recetaban oxycodona trabajaban en la Florida, la mayoría de ellos concentrados en los condados Broward y Palm Beach.

El Estado del Sol tenía tal reputación en la venta de analgésicos, que vallas publiciatarias hacían anuncios a los «narco turistas», atrayendo compradores desde Kentucky a Massachusetts. Se apodó a la Florida, con más de 1,000 clínicas del dolor, el «Oxi Express».

Los legisladores estatales, enfrentados con las desalentadoras estadísticas de casi una docena de muertes diarias por el abuso de las drogas por receta, aprobaron en el 2011 una legislación que efectivamente le ponía punto final al negocio de los molinos de pastillas. Entre los cambios que se impolementaron estaba la prohibición a los médicos vender drogas por receta.

Con recursos adicionales de Washington, Trouville creó cuatro nuevos grupos del cumplimiento de la ley para enfrentar el problema viral en el Sur de la Florida, Orlando y Tampa. Como resultado, la DEA logró entre el 2011 y el 2013 un promedio de 500 arrestos adicionales por encima de su norma anual.

«Pusimos a muchos médicos en la cárcel», dijo la semana pasada Trouville al Miami Herald en la oficina de la DEA en Weston. «Son traficantes de drogas en batas blancas».

Mientras se enfocaba en la epidemia de molinos de píldoras, la DEA también se centraba en las grandes farmacias como Walgreens y CVS Caremark, así como el gran distribuidor y mayorista de las drogas por receta, Cardinal Health.

En la Florida, las compañías fallaron en mantener el control sobre la distribución de cantidades masivas de Oxicodona y otros analgésicos que se desviaban a los adictos y vendedores de drogas que operaban en el mercado negro, de acuerdo con la agencia. Entre las penalidades, Walgreens estuvo de acuerdo en pagar el año pasado una multa récord de $80 millones.

«Era, y aún es, un gran problema en la Florida», dijo Trouville, al referirse al abuso de las drogas por receta.

Mientras tanto, las batallas tradicionales de la DEA contra los carteles colombianos de la droga no han disminuido – aunque la imagen de Miami Vice, de calles llenas de polvo blanco y baños de sangre, desapareció hace mucho tiempo.

La Guardia Costera de EEUU ha hecho una serie de capturas multimillonarias frente a las costas, pero el mar de cocaína que tansitó por el Sur de la Florida en las décadas de 1970 y 1980 hace mucho salió fuera del estado.

La DEA cree que las duras medidas de EEUU en el corredor del Caribe forzó a los carteles colombianos a asociarse con los grupos criminales mexicanos para mover la cocaína a través de la frontera de 2,000 millas que comparte con México, la porción oriental del Océano Pacífico y el Caribe occidental.

Se estima que cerca del 90 por ciento de toda la cocaína colombiana viaja desde Colombia a través de América Central y México – por rutas terrestres o acuáticas – a California, Arizona y Texas, de acuerdo con un informe anual de la DEA emitido a finales del 2013.

El otro 10 por ciento va desde Colombia a través de la República Doinicana, Haití, Jamaica, las Bahamas y Puerto Rico, y termina en el Sur de la Florida o en Europa.

En la década pasada, los traficantes colombianos pagaron a altos militares venezolanos para permitir que su cocaína se transportara en aviones que salían de Venezuela y e iban al Caribe y a Estados Unidos, dijo Trouville.

«Venezuela se usa para embarcar cantidades enormes de cocaína por franjas aéreas» cerca de la frontera colombiana, dijo Trouville. Agregó su decepción con el regreso de Hugo Carvajal Barrios, ex jefe de inteligencia venezolana, después de su arresto en Aruba por cargos en EEUU de narcotráfico.

El gobierno holandés decretó en julio que el ex general tenía inmunidad diplomática y ordenó su liberación.

La carrera de 35 años de Trouville en la DEA cubre casi toda la historia de la agencia, que se fundó en 1973, durante el gobierno de Nixon, y la lucha de Estados Unidos contra las drogas. El ha visto todas las tendencias: cocaína, heroína, metanfetamima en cristales, éxtasis, Molly y marihuana cultivada en casa.

En agosto, en su última conferencia de prensa en la oficina del procurador federal destacó los arrestos del dueño de la clínica Biogenesis of America, Anthony Bosch, y otros seis hombres del Sur de la Florida, a los que se acusó de vender esteroides a jugadores actualmente suspendidos de las Grandes Ligas del Béisbol, como Alex Rodríguez, así como a atletas de escuelas secundarias locales.

A pesar de cambiar la opinión pública sobre la guerra contra las drogas, Trouville dice que el objetivo de la agencia sigue siendo el mismo: «No creo que la guerra contra las drogas sea diferente, sino que evoluciona constantemente. Todos tratamos de detener la miseria en nuestras calles».

«La misión de la DEA no cambia», dijo Trouville, quien dirige a unos 500 agentes en la Florida y las Bahamas, y anteriormente sirvió como el oficial más alto de la agencia en su nativo Boston. «Aún vamos tras la gente que vende el veneno».

De todas las drogas ilegales, considera la peor a la metanfetamina —los «cristales de met» que se mencionan en la popular serie de AMC Breaking Bad. «Acaban rápidamente con una vida», dijo Trouville.

En cuanto al intento de legalizar la marihuana en la Florida y otros estados: «Pienso, personalmente, que la legalización de la marihuana es un error».