Al concluir este fin de semana la misión de combate británica, la OTAN abandonó oficialmente el suroeste de Afganistán, dejando en la zona una vigorosa insurrección de los talibanes y el primer foco mundial de producción de heroína.

Los últimos soldados británicos desplegados en la provincia de Helmand, dominada por los talibanes y una de las más violentas del país, entregaron oficialmente el domingo el control del sudoeste de Afganistán, antes de ser repatriados en los próximos días.

Para Londres, que llegó a tener hasta 9.000 soldados en Afganistán, esta retirada marca el fin de 13 años de misión de combate, en los cuales murieron 453 de sus soldados. Pero conservará en el país a 500 militares, sobre todo para entrenar y apoyar al ejército afgano en Kabul.

Las tropas británicas asumían desde 2006 el comando de la misión de la OTAN en Helmand, un bastión de los talibanes en pleno centro de la producción de opio, que llegó a un nivel sin precedentes en Afganistán el año pasado, a pesar de miles de millones de dólares enviados por los países occidentales para la lucha contra la droga.

La lucha contra el opio, la materia prima de la heroína y de la cual Afganistán es de lejos el mayor productor mundial, es, con la inseguridad que prevalece en el país, el otro gran fracaso de la intervención occidental iniciada a fines de 2001.

Los agricultores afganos cultivaron en 2013 un nuevo récord de 207.000 hectáreas de opio según la ONU. Y ello, pese a los 7.600 millones de dólares entregados por los norteamericanos para erradicar esta lucrativa producción, recordó recientemente la oficina del Inspector general especial para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés).

Helmand produce la mitad de todo el opio cultivado en Afganistán, que una vez transformado en heroína es enviado a Europa y Asia, fundamentalmente a través de Pakistán e Irán.

El fortalecimiento de los talibanes

Un informe reciente de la Red de Analistas Afganos (AAN), un centro de investigaciones con sede en Kabul, criticó la misión de la OTAN en Helmand, considerando fundamentalmente que la misma contribuyó a reforzar a los talibanes en el distrito de Sanguin.

En 2010, el gobernador fantasma de ese distrito, título de la autoridad paralela de los talibanes, el mulá Abdul Qayum, horrorizado por las atrocidades perpetradas por los insurgentes, tenía intenciones según la AAN de cambiar de bando y apoyar al gobierno de Kabul y a la OTAN.

Sin embargo, luego de negociaciones entre bambalinas con los responsables afganos y británicos, el mulá y sus allegados fueron bombardeados por orden de los estadounidenses, lo que contribuyó al deterioro de la seguridad en esa región aislada, se lamentó.

Estos analistas también cuestionaron el Programa de Reconstrucción Provincial, a través del cual los militares extranjeros pudieron dedicarse a proyectos de desarrollo, en lugar de las organizaciones no gubernamentales, con resultados irregulares, con el objetivo declarado de conquistar «los corazones y los espíritus».
«Estamos orgullosos de lo que dejamos atrás, pues los afganos están dispuestos a tomar el relevo», declaró a la AFP el general de brigada Robert Thomson, el militar de mayor jerarquía entre las fuerzas británicas de Afganistán. «Los afganos están en primera línea desde mayo de 2013 y lo hacen muy bien, pero todavía quedan desafíos en materia de seguridad y de gobernanza», dijo.