Felipe Balderiote tenía 19 años y el perfil de un joven abocado al estudio y al deporte en su Corrientes natal. Allí, a todos les sorprendió su trágico final, el domingo pasado, en un hospital de Villa Gesell. Felipe tomó éxtasis para ir a bailar. Murió despues de poco más de una hora de agonía, a pesar de los esfuerzos de los médicos.

Fue el propio Felipe quien reveló a los galenos que había consumido una pastilla de éxtasis. Les dijo que poco después de hacerlo se sintió mal y fue al baño. Sus tres amigos contaron que se preocuparon, al ver que no salía, y lo fueron a buscar. Lo encontraron descompuesto, afectado por diarreas y vómitos y exhibiendo una sudoración excesiva. Felipe les dijo que no sentía las piernas y se veía hinchado. Lo llevaron al hospital, donde exhibió un cuadro de sobreexcitación psicomotriz que hasta dificultaba atenderlo. Más tarde tuvo convulsiones, un infarto y un edema pulmonar que terminaron con su vida.

El caso de Felipe puso sobre el tapete a las drogas de diseño, ese tipo de sustancias que se crea en laboratorios clandestinos, se vende en pastillas -a veces en sellos- y suelen ser consideradas por algunos jóvenes como «drogas seguras», porque les resulta más fácil controlar la dependencia.

Sin embargo, es muy distinta la oinión de los especialistas en adicciones, quienes destacan que su uso se asocia a trastornos psiquiátricos, neurológicos y cardíacos que incluso pueden llevar a la muerte. Las drogas de diseño llegaron al país en los años ‘90, lo hicieron para quedarse y su consumo se expandió al punto de convertir a la Argentina en uno de los países que más la consume en la región, según datos difundidos por la Organización de las Naciones Unidas en un informe elaborado en el año 2011.

Algunos reales, otros apenas mitos que viajan de boca en boca, los efectos que se atribuyen a estas drogas son los de acentuar algunas sensaciones que se potencian con la música y las luces, perder la inhibición y lograr una mejor comunicación con el entorno y obtener mayor placer sexual.

En un principio asociado a sectores de alto poder adquisitivo, el consumo de las drogas de diseño reconoce un pico estacional durante las temporadas de verano. Así lo indican fuentes policiales, que destacan que durante la temporada se incrementan los operativos destinados a detectar el táfico de drogas hacia la costa. En los últimos años muchos de esos operativos tiene como resultado el secuestro de drogas de diseño.

Algunos casos sirven para ilustrar esta tendencia. En un operativo realizado por la Policía en la terminal de ómnibus de La Plata durante la semana anterior fueron capturadas en un operativo 25 pastillas de éxtasis que eran llevadas para Villa Gesell. En otro operativo registrado a principios de enero en Mar del Plata dos personas que viajaban en un colectivo procedente de Rosario fueron detenidas en la terminal Ferroautomotora de esa ciudad balnearia cuando llevaban más de 200 pastillas de éxtasis en sus bolsos.

En otro de los casos resonantes, ocurrido el viernes último, fueron secuestradas más de 60.000 microdosis de ácido lisérgico (LSD) – presentados en 740 troqueles con un valor potencial de 4.662.000 pesos – en distintos operativos realizados en Pinamar, Ostende y Valeria del Mar. El 15 de enero dos hombres fueron detenidos en Santa Teresita con 63.000 microdosis de la misma droga.

Según indicaron oportunamente los investigadores, pertenecientes a la delegación Dolores de la Superintendencia de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense los detenidos «aprovechaban el fuerte flujo de turistas por la temporada de verano» y vendían la droga en discotecas y en otros lugares concurridos.

Fuentes policiales indicaron que entre las drogas de diseño que circulan y son capturadas en procedimientos de este tipo se cuentan las anfetaminas, las metanfetaminas, la brolanfetamina y otras conocidas a través de siglas como DOET o STP. La dietilamida del ácido lisérgico (LSD-25, o simplemente LSD), también es considerada una droga de diseño.

La denominación éxtasis (como otras tales como ‘la droga del amor’ o XTC) alude a la droga conocida como MDMA, una metanfetamina (metilendoximetanfetamina), que habitualmente se vende en pastillas que se pagan en la actualidad entre 100 y 300 pesos cada una o puede presentarse también en polvo o en forma cristalina, lo que es interpretado por los consumidores como una droga de mayor pureza y con menos adulterantes.

Su consumo se asocia generalmente a un público de entre 20 y 40 años y especialmente al ambiente de las discotecas, las fiestas electrónicas o las raves, aunque en los últimos años se extendió a otros ámbitos.

Preocupación en la costa

La muerte de Felipe Balderiote generó un gran impacto en todo el país, aunque especialmente en la Costa , donde las drogas de diseño representan una preocupación siempre vigente.

Así lo indican desde la Fundación Padres, una ONG que propone para los padres un rol activo en la prevención de distintas problemáticas que afectan a los jóvenes, entre ellas la de la droga y el alcohol.

Según destaca Adrián Dall´Asta, fundador de la entidad que por estos días trabaja en la Costa, desde Pinamar, en una campaña de concientización que pone el acento en la presencia de los padres llamada «Más Padres menos Riesgos», el consumo de drogas de diseño es vivido frecuentemente, por los jóvenes, «como una travesura sin riesgo. Por eso es tan importante la presencia de los padres y el diálogo permanente», dice Dall’Asta, quien destaca que aunque este verano se destaca por la presencia de mayores controles sobre los excesos tales como el consumo de alcohol – que es considerado por los padres que participan de la ONG como uno de los problemas clave de todos los veranos – «todavía se está lejos del ideal».

«Hay que tener en cuenta que hoy en día cualquier en lugar en la costa puede ser de alto riesgo si uno piensa en elementos como las drogas de diseño, que par los jóvenes están al alcance de la mano. Es por eso que nosotros insistimos en el rol de los padres, en acompañar a los chicos, hablarles, hacerles tomar conciencia de los riesgos, de que esas sustancias no son seguras y de que una travesura de una noche puede tener un desenlace fatal», dice Dall’Asta.

Desde la Subsecretaría de Adicciones, en tanto, su titular Carlos Sanguinetti, destaca que en el registro de intoxicaciones producidas durante las noches de verano – donde se nota una baja del orden del 24% en la cantidad de casos atendidos con respecto al año anterior – la sustancia que encabezan la lista siguen siendo, como todos los años, el alcohol y los psicofármacos.

Del mismo modo, en el porcentaje de los casos que se atienden en los Centros Provinciales de Atención de Adicciones, las drogas de diseño aparecen proporcionalmente mucho menos que otras, de consumo más común, como la cocaína, la marihuana y el alcohol.

Según los datos manejados por la Subsecretaría de Salud Mental y Atención de las Adicciones, «de las historias cínicas de las 12.000 personas que por mes reciben tratamiento por consumo problemático de sustancias en los servicios públicos y gratuitos de la Subsecretaría, se observa , en razón de sus testimonios, que el consumo de éxtasis representa el 0,1% de los pacientes. Algo similar ocurre con lo que las personas reconocen como sustancia de inicio».

P or otra parte, según los datos que arroja la Encuesta Provincial sobe las Percepciones, Valoraciones y Prácticas de Consumo de Sustancias Psicoactivas a Estudiantes Universitarios realizada por el mismo organismo junto con la Universidad Nacional de La Plata a estudiantes de esa casa de estudios en alusión al éxtasis, sólo el 0,2% de los encuestados dijo haber consumido alguna vez en su vida esa sustancia. La encuesta revela, también algunos datos con relación a los que si la habían consumido.

Características del consumo

En este sentido, indica que a diferencia de lo que ocurre con otras sustancias, el consumo es primordialmente individual. Por ejemplo mientras que en el caso del consumo de bebidas alcohólicas, entre el 90 y el 95% dice consumir en grupos de pares, en el caso del éxtasis este porcentaje es del 36%».

Del mismo modo indica que «aquellas personas que consumen o han consumido éxtasis sostienen que sólo lo hacen en eventos públicos y no en espacios como el barrio – la calle – el propio domicilio o el trabajo. No se registra, en los testimonios de jóvenes encuestados, consumo de éxtasis en el propio domicilio o en el barrio Sino que éste se da predominantemente en eventos.

Por último, el 55% de los encuestados afirmó contar con suficiente información sobre los riesgos que implica el consumo de esta sustancia.

Con todo, un trabajo realizado por la Organización de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Crimen (ONUDOC) y difundido en el año 2011 daba cuenta el incremento del consumo global de éxtasis y advertía sobre el aumento de ese consumo en la Argentina, convertido en el segundo país de mayor consumo en la región después de Chile.

Ese documento indicaba que la tasa de crecimiento anual del consumo de drogas de diseño en la Argentina se ubica en el orden del 0,5%, no lejos de la media mundial (0,7%).

Y si bien destaca que estos números están muy por debajo de los del consumo de otras sustancias, como la marihuana y el alcohol, se estima, en función de los decomisos realizados, que hasta 57 millones de personas las consumieron alguna vez en el mundo.