Los especialistas aseguran que las razones esgrimidas por los pacientes son múltiples: para poder dormir, relajarse, dejar atrás el estrés laboral o el que genera la falta de éste, hasta cuestiones familiares como salir de un divorcio o una pérdida, entre tantas otras.

Desde su ingreso al mundo de la medicina, a mediados del siglo XIX, los sedantes o ansiolíticos comenzaron a ser cada vez más utilizados y, a su vez, los laboratorios crearon nuevas combinaciones para distintas funciones. En la actualidad, se calcula que existen más de 300 tipos de drogas en el mundo, con diversos fines. Básicamente, se dividen en dos aquellos que buscan generar una sensación de relajación y reducir la ansiedad y los que ayudan a dormir.

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