Un documento de 27 páginas aprobado por la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas el pasado 22 de marzo recoge, en esencia, la posición que el presidente Juan Manuel Santos defenderá la próxima semana en Nueva York, en el marco de la Cumbre Extraordinaria de Naciones Unidas sobre drogas (Ungass, por sus siglas en inglés).

De esa cita, que es la más importante realizada en varias décadas en la materia, no saldrán cambios revolucionarios en la política mundial contra las drogas. Así, temas como la despenalización e incluso la aceptación de que un mundo libre de drogas es una utopía probablemente ni siquiera van a estar en las discusiones oficiales.

Partiendo de esa base, la delegación colombiana -encabezada por Santos y de la que formarán parte la canciller María Ángela Holguín y los ministros de Justicia y Salud, Yesid Reyes y Alejandro Gaviria, respec-tivamente- propondrá ir más allá de lo que plantea el documento base aprobado en la reunión de Viena el mes pasado.

Esa declaración, firmada por los 53 países miembros de la Comisión de Estupefacientes, incluido Estados Unidos, marca algunas líneas de apertura frente a la estrategia de los últimos 50 años en la materia.

¿A qué le apunta el Gobierno? Sin expectativas de giros revolucionarios, Colombia insistirá en la necesidad de analizar el problema a la luz de la evidencia científica, que muestra que, pese a todos los esfuerzos, tanto el poder criminal del narcotráfico como el consumo van en aumento.

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