Cuando en 1990 el famoso actor Michael Douglas fue admitido en una clínica de rehabilitación, las causas de su internamiento llamaron la atención sobre un concepto hasta ese entonces novedoso: la adicción al sexo.

Aunque suele bromearse con el término, suponiendo que es alguien que la pasa lo más de bien, la adicción al sexo -también llamada hipersexualidad y ninfomanía– es un problema psicológico que genera graves consecuencias sobre la vida y relaciones sociales de quienes la padecen.

Mucha gente usa el sexo de vez en cuando para escapar del estrés, esto es algo normal, placentero y hasta saludable. El problema es que para los adictos se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas y se sienten impotentes en sus esfuerzos por controlarla o cambiarla.

Ciertamente, lo padecen porque la hipersexualidad -así como la obesidad, el alcoholismo, la ludopatía u otras adicciones-, termina siendo disfuncional y displacentera. Efectivamente, cuando un acto placentero se exacerba y se convierte en compulsivo deja de satisfacer el verdadero deseo. La compulsión desata la culpa y el impulso ya no puede ser controlado. Lo que en principio era goce termina en angustia y depresión.

Algunos de los síntomas que reúnen los adictos al sexo incluyen un patrón repetido de fantasías sexuales y el recurrir a la actividad sexual en respuesta (recompensa) a estados de ánimo desagradables como el estrés, la ansiedad o la depresión. Además, estas personas no consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que esta es problemática.

Fruto de sus deseos, el adicto al sexo mantiene una actividad sexual excesiva, compulsiva, habitualmente promiscua y descontrolada. Además, suele presentar las siguientes características:

  • Falso control de impulsos.
  • Culpa, después de haber satisfecho sus deseos.
  • Conducta persistente, a pesar de las consecuencias negativas.
  • Pensamientos sexuales recurrentes e intrusivos.
  • Promiscuidad, engaños, mentiras.
  • Necesidad de satisfacción por cualquier medio: masturbación, encuentros con desconocidos, cibersexo, pornografía, prostitución, etc.
  • Aislamiento, problemas económicos, familiares y sociales.
  • Tolerancia progresiva: necesidad de incrementar la intensidad o frecuencia de la conducta sexual, disminuyendo progresivamente el tiempo entre conductas.
  • Baja autoestima.
  • Posible consumo de drogas para lograr el rendimiento óptimo.
  • Síndrome de abstinencia cuando no consigue sus objetivos sexuales.

«Adicción» deriva del latín y significa «esclavizado por»

Para arrojar un poco de luz sobre esta adicción, investigadores de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, realizaron escáneres cerebrales a 19 hombres adultos mientras estos visualizaban imágenes pornográficas. Como resultado, el estudio mostró que se activaban los mismos centros de recompensa que los que se activan en el cerebro de los adictos a las drogas cuando ven su sustancia predilecta.

Todos ellos estaban obsesionados con temas, pensamientos, fantasías, ideas y comportamientos sexuales, pero no está claro que sean «adictos» de la misma forma en que los fumadores son adictos a la nicotina. Algunos investigadores argumentan que sus características se asemejan más a las de aquellos que sufren un desorden obsesivo-compulsivo.

Efectivamente, el comportamiento juega un papel clave, especialmente cuando se trata de reforzar, revertir o modificar un hábito. Cada uno de nosotros tiene que tomar decisiones acerca de si realizamos algo que queremos hacer o no y asumimos las consecuencias; por ejemplo deseo comer un chocolate, pero lo evito para no subir de peso. A veces esto no se puede controlar, pero son más las veces que sí podemos hacerlo. Sin embargo, para los comportamientos compulsivos, como la adicción al sexo, fallan los frenos del cerebro; aquellos que deberían ejercer el control cognitivo.

El tratamiento multidisciplinar que permite recuperar unasexualidad saludable

Hay que tener en cuenta que el objetivo terapéutico de la adicción al sexo no supone una abstinencia total (a diferencia de las adicciones a sustancias), ya que son conductas que se realizan en la vida cotidiana de la persona.

Esto significa que, como en todos los tratamientos llevados adelante por psicologíaespecializada.es y sinconsumir.es, la persona es el centro del tratamiento y el principal objetivo es su recuperación total. La adicción al sexo se basa en un tratamiento multidisciplinar, ya que actúan diversos profesionales haciendo uso de diferentes técnicas.

El tratamiento incluye:

  • Intervención psicológica y social: conciencia del problema, control de estímulos, resolución de problemas, técnicas de relajación, reconstrucción cognitiva, etc.
  • Intervención farmacológica: si fueran necesarios medicamentos para controlar la sintomatología (impulsividad y ansiedad).