«Aunque la UNGASS se quedó muy corta, sí logramos importantes avances»

P: Sobre tu participación en la conferencia UNGASS 2016, ¿como viste la conferencia? ¿Crees que va a cambiar alguna cosa o vamos a seguir estancados en el inmovilismo del prohibicionismo?

R: Bueno yo comparto el punto de vista de mis colegas de sociedad civil, sobretodo de este movimiento de reforma de política de drogas, que la UNGASS se quedó corta en muchísimas cosas, específicamente porque hubo una voluntad muy expresa de un bloque mayoritario de países conservadores que no quisieron reconocer que en ciertas latitudes del mundo hay una disonancia ya muy específica con la manera en la que las Naciones Unidas han decidido ejercer el control de drogas. Sin embargo, pese a que comparto esta decepción y tuvimos un documento de resultados flojo y muy tímido, que se negó a nombrar las cosas por su nombre, sí creo que logramos importantes avances. Pese a que no nos han llevado donde queremos estar, tampoco los podemos negar. Quizá el más importante, por nombrar uno, fue nuestra participación en el proceso preparatorio. Desde que fue llamada y aprobada por una resolución en la Asamblea General de 2012 hasta que sucedió en el 2016, hubo un proceso preparatorio muy arduo en donde la Sociedad Civil, particularmente aquella proclive a la reforma, participó de manera récord como no habíamos logrado hacerlo antes, y pudimos construir muchas cosas muy interesantes: construimos alianzas con gobiernos afines que nos permitieron seguir avanzando el discurso; promover lenguaje específico; promover cierto tipo de resoluciones, quizás no a la hora de la UNGASS, pero sí en las comisiones de estupefacientes previas. Fuimos muy prolíficos en este sentido analizando qué queríamos de UNGASS, y creo que pudimos transmitir muchos mensajes que hoy por hoy ya no nos tienen al margen de la discusión, sino genuinamente como un actor más que debe ser tomado en cuenta y con una relevancia que no habíamos tenido nunca, pese a que esta no es la primera UNGASS ni la primera vez que se habla de la necesidad de reformar la fiscalización internacional de drogas.

El segundo avance me parece que iría hacia las pequeñas conquistas temáticas. Logramos, por ejemplo, una UNGASS que no sólo discutió los tres pilares tradicionales del control de drogas (reducción de la demanda, control de la oferta y cooperación internacional) sino que tuvimos una UNGASS a cinco bloques temáticos donde además se habló de poblaciones afectadas o vulnerables y derechos humanos, y por otro lado de nuevos retos y nuevas realidades, que es donde se están insertando temas tan relevantes como toda esta nueva paranoia sobre las nuevas sustancias psicoactivas, o el tema de la reducción de la violencia, y las consecuencias sociales y económicas de la aplicación de las leyes de drogas. Gracias a esta ampliación temática tuvimos la posibilidad de hablar de otras cosas con mayor potencial para cambiar la vida de alguien… Por ejemplo, la UNGASS habló de un reconocimiento un poco más expreso del tema del desarrollo y pidió alinear los esfuerzos de control de drogas con la agenda 2030. Y la agenda de desarrollo sustentable ya no sólo habla de crecimiento equitativo, de redistribución, y cuidado del medio ambiente, donde se inserta el tema de los cultivadores en el mundo en desarrollo, sino que también habla de comunidades pacíficas y la necesidad de generar espacios libres de violencia, particularmente libres de violencia homicida. Entonces ahí tenemos una buena oportunidad para que los países no sigan fomentado la violencia en el nombre del control de drogas.

Otro que es muy chiquito pero que también logró una mención por ahí medio perdida, es el tema de género y drogas. Si bien en el documento de resultados logra nada más que alguna mención en algún párrafo preambular, sí hay una resolución por primera vez pasada en la Comisión de Estupefacientes, en el marco de la UNGASS, que habla de la necesidad de introducir una perspectiva de género en los esfuerzos de control de drogas, que tampoco es tema menor si se ve que en las Américas y en Asia la población carcelaria que crece al ritmo más rápido en materia de drogas es precisamente la femenina. Entonces ahí vamos a ver ciertos avances, mínimos y lentos, pero son avances.

Y luego está todo el tema de la famosa inclusión de un párrafo operativo donde se habla de la necesidad de reducir las consecuencias económicas y sociales negativas relacionadas con el control de drogas, entre ellas la violencia, lo que básicamente era la agenda latinoamericana pero destacando especialmente en la agenda mexicana. Y por último, se habló de no forzar a los países a que los enfoques de desarrollo alternativo implicaran necesariamente la erradicación, y esa fue una victoria colombiana.

Donde me quedé muy corta fue en el tema de derechos humanos. Yo personalmente lo lamento mucho porque creo que Europa, siendo un bloque de tantos países, que tiene en su hueso tan enraizado el tema de los derechos humanos, fue incapaz de avanzar una agenda que por lo menos introdujera una mención específica sobre la abolición de la pena de muerte en el documento, o haber hecho por lo menos alguna declaración mucho más clara al respecto. Esto no se logró, en parte, por la presión de los países arabo-musulmanes que forman una parte muy importante de la economía europea. Y como eso, vimos muchos titubeos.

El último avance que sí vimos fue la incorporación de un listado más o menos bien descrito de intervenciones de reducción del daño, que si bien no se mencionan como tal, sí ya se incluyeron en el catálogo de opciones disponibles para los Estados para tratar el tema de la demanda. Esto creo que fue muy importante.

Y también creo que esta UNGASS nos abrió la puerta para que tengamos tres años de preparación para el año 2019, pues ahora nos ofrece otros dos años de preparación para poder llegar a la renovación de la Declaración Política con estas batallas suficientemente conquistadas como para hacerlas crecer, y no para negociarlas desde cero.

P: ¿Entonces uno de los fallos ha sido el no hablar claro de algunos temas, como por ejemplo la regulación o la reducción del daño?

R: Claro, y el hecho que hay una necesidad de modernizar el sistema. Hay conflictos inherentes entre ciertas políticas de drogas ya adoptadas por los Estados y el marco convencional que no se reconocieron. Tampoco vimos una inclusión verdadera de los insumos provistos ni por sociedad civil ni por otras agencias de las Naciones Unidas. De ahí que la UNGASS haya arrojado avances discretos que no pudieron ser mayores dada la poca valía de nombrar las cosas por su nombre

P: Teniendo en cuenta que los países promotores de las tres reuniones de UNGASS han sido países latinoamericanos muy afectados por la guerra contra las drogas ¿no deberían tener estos países más influencia o participación, por ejemplo en Viena? ¿Crees que puede haber algún cambio en el futuro inminente?

R: Descifrar esto es muy complejo. La Comisión de Estupefacientes es el único órgano de gobierno real en materia de drogas dentro de Naciones Unidas. Me refiero a que allí es donde se toman las decisiones que después se tienen que ejecutar de manera universal. El punto de esa comisión es que es una comisión por membresía, y esta es rotativa con ciertos espacios designados a cada región del mundo, cuya duración son dos o tres años. Es una comisión a 57 miembros con aplicación a 193, es decir que 57 Estados toman decisiones que después tienen que adoptar 193. Entonces, el problema con estas reuniones de la UNGASS no es que Suramérica no pueda participar más, de hecho América Latina participa mucho. Lo que pasa es que no podemos hablar con una voz única, porque lo que está claro es que el consenso anterior está roto pero todavía no tenemos un consenso nuevo con que sustituirlo. Entonces mientras no haya una visión universal de hacia donde ir, es muy difícil que toda América latina hable con una sola voz.

La otra cosa es que creo que estamos en un error si pensamos que la modernización del sistema tiene que estar hecha por los países más afectados del enfoque punitivo actual. No podemos esperar que un régimen tan pesado y tan lento como Naciones Unidas, tan anquilosado, se reforme por la voluntad de 20 países latinoamericanos. La verdad es que eso no va a suceder. Ahí lo que hay que buscar son alianzas interregionales, y la gran tristeza de esto es que Europa tiene sus propios problemas y las drogas dejaron de ser uno de ellos. Ellos tienen reducción de daños y en general no lo pasan mal. En África apenas está llegando la discusión, precisamente porque va a empezar a pasarlo muy mal con los temas de conflicto, avivados por el dinero del narcotráfico al ser ahora parte de las rutas de trasiego, sobretodo África del Oeste. Y Asia, que en realidad sí tiene un tema de tráfico, un tema de ser país de elaboración de precursores, sí tiene un tema de consumo, pero tienen una tradición muy autoritaria en donde no aceptan ningún tipo de observación en materia de derechos humanos y encontramos un muro y un impass que siempre se sortea por la vía de lo cultural. Los países asiáticos y los países árabes siempre claman la soberanía nacional y la diversidad cultural por encima de cualquier decisión de derechos humanos y entonces ahí la cosa se complica. Pero luego vienen las dimensiones geopolíticas: Rusia no es cualquier país, Rusia es Consejo de Seguridad; China no es cualquier país, China en estos momentos tiene la capacidad económica para tirar a todo el mundo hacia delante o sumir a todo el mundo en una crisis económica. Tiene una presencia fuertísima en toda África, y por lo tanto las decisiones de China se pueden imponer con mucha facilidad a los africanos. Estados Unidos sigue garantizando espacio de flexibilidad para sí mismo, pero siguen estando muy preocupados por lo que se haga en otros países…. Os cuento todo esto porque a mi una de las cosas que más me enojan es que genuinamente la gente piense que es responsabilidad de América Latina cambiar esto. Porque sí, somos los más afectados y los que más levantamos la voz pero esto nos lo impusieron todos, lo estamos sufriendo todos y lo tendríamos que cambiar todos, no solamente nosotros.

P: Entonces la clave cual sería… ¿qué los países más extremistas en que no se mueva nada, se pasen al grupo de consenso? Que entiendan que es un problema global y no de países productores o consumidores…

R: Cambiará eventualmente porque el modelo de negocio del narcotráfico evolucionará finalmente y cada región se hará autosuficiente de sus propias drogas y Europa es el mejor ejemplo, el mejor laboratorio de eso… Cada vez necesitan menos de las rutas transnacionales, donde todo depende de cuanto arbusto de hoja de coca produjo alguien en los Andes. Los europeos se meten cualquier cantidad de cosas que se producen en laboratorios y que ya no necesitan de una Colombia o de una Bolivia, o de un México. Pero, digamos que no es tan fácil como decir que unos países se pasen al lado del consenso. Lo que hay que realmente ver es donde están los incentivos para que cada país tenga la política que tiene. Si tu vives en una realidad donde tu mayor preocupación es sólo el consumo, y en realidad tu economía no está muy amenazada por nada, y las leyes de drogas te sirven para controlar a ciertas poblaciones, no tienes absolutamente ningún incentivo para modificarlo. Y es muy duro verlo… justo hoy regresé de Finlandia, un país que tiene un monopolio estatal de alcohol, un monopolio estatal de juegos y apuestas con lo que financia su política de salud y su política social, sin ningún pelo en la lengua. Tiene una prohibición sobre todas las demás drogas ilegales, en donde hasta el consumo es un delito. Pero si ese fondo sobre el alcohol y sobre el gaming te da 300 millones de euros anuales, donde rayos está tu incentivo para modificar algo… No tienes absolutamente ningún incentivo porque por lo menos el financiamiento de tus intervenciones en salud para la población general lo tienes garantizado. Y que México se las arregle solo, y que Guatemala se las arregle como pueda… Y que en Indonesia sigan mandando a la gente al corredor de la muerte, como que no importa… Y los rusos tienen lo suyo con Afganistán y el mercado de heroína… Es una discusión muy complicada, y yo diría que hay que encontrar cuales son los incentivos de los países y hay que hacer frentes en aquellos temas que le importen a cada región. A mi me sorprende mucho, insisto, que Europa siga siendo tan ineficaz en materia de derechos humanos. Me parece que América Latina tiene que hacer mucha más conceptualización en la reducción de las consecuencias sociales y económicas del control de la oferta.

P: Una vez finalizada la conferencia UNGASS y con todo lo que supuso, ¿qué proyectos tienes ahora entre manos?

R: Pues estaré trabajando con el seguimiento de UNGASS, porque como dije no se acaba en 2016, sino el camino hacia el año 2019. Entonces este seguimiento se divide específicamente en tres subtemas. Uno de ellos es el de los indicadores, porque obviamente cuando se renueve la estrategia mundial de drogas y el plan de acción habrá que poner mucha atención a cuales son los indicadores para medirlo. Otro subtema es la alineación con la agenda de desarrollo sostenible hacia 2030. Estos son como los dos componentes más grandes de lo que nosotros vamos a hacer en seguimiento hacia 2019. Y bueno, obviamente para nosotros como sociedad civil de un país, México, es muy relevante la discusión de derechos humanos, no tanto por el propio seguimiento de UNGASS, sino porque es el gran foco de nuestro trabajo nacional.

Y otros proyectos que tenemos son el seguimiento de todo el tema de política de drogas aquí en las Américas, en su relación con el sistema de justicia penal. Es decir, de los tribunales de tratamiento de drogas, de la proporcionalidad de las sentencias y de las alternativas al encarcelamiento. Es una discusión muy fuerte en toda América Latina pero también con nuestras contrapartes en el norte, con Estados Unidos y con Canadá. Vamos a empezar a hacer un esfuerzo también, no masivo pero sí sostenido, de incorporación de perspectiva de género en los esfuerzos de fiscalización de drogas o de política de drogas. Y obviamente, después es parte de mi agenda permanente el tema de la reforma para la despenalización y la regulación. En las Américas está todavía muy fuerte todo el tema de cannabis, y viene como siguiente discusión el tema de amapola, precisamente porque tenemos un problema de acceso a medicamentos esenciales.

P: Sobre el tema del cannabis, ¿ahora en México en qué momento estáis? Se está planteando el tema de la producción nacional de cannabis, el cannabis medicinal o empezar a trabajar desde la reducción de riesgos.

R: Pues yo creo que el país ha vivido un último año muy intenso de debate en política de drogas, en parte porque la sociedad civil así lo ha dictado. Sobre todo desde el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación del año pasado, hemos propiciado un debate legislativo y hemos obligado a que nuestro presidente se pronuncie en materia de drogas. ¿Qué hubiésemos esperado nosotros o en qué hemos trabajado hasta este momento? Pues en un cambio legislativo habiendo obtenido ya la opinión legal de la corte suprema de justicia. Preparamos una serie de iniciativas que pudieran discutirse, pero lamentablemente no se discutieron en el período ordinario de sesiones. Hicimos un trabajo muy fuerte para presionar al presidente precisamente para que fuera a UNGASS, fue y allí anunció precisamente el envío de una iniciativa presidencial al congreso para reformar la política de drogas, en materia de cannabis específicamente. El presidente proponía avanzar hacia la despenalización efectiva de hasta una onza de cannabis, autorizar el tema del cannabis medicinal, y hacer ciertas reformas interesantes del código penal. Pero tristemente no han sido bien recibidas porque obviamente este es un tema muy delicado a nivel electoral y México vivió unas elecciones el 5 de junio en 14 estados de la República, donde se jugó básicamente el gobierno de 40 millones de personas. Finalmente vimos una subida importante de la derecha, y entonces estamos un poco preocupados porque hay indicios de que lo que se quiere hacer legislativamente es terminar autorizando alguna fórmula muy laxa de autorización de acceso a medicamentos basados en cannabis, pero que no incluyan la despenalización del uso personal ni la producción nacional o el desarrollo de una industria de cannabis medicinal en suelo mexicano. Nuestra batalla seguirá, precisamente porque el mínimo indispensable y aceptable sea la iniciativa presidencial y que en base a esta propuesta se construya, y no que el techo sea la iniciativa presidencial y sobre eso se rebajen las propuestas. Si te lo resumo en tres palabras, el debate está muy avanzado. No hay voluntad legislativa para materializar el cambio y es por este motivo que vamos a tener que pelearlo de aquí a finales de año.

P: ¿Y cómo habéis trabajado específicamente la fórmula de despenalización en usuarios recreativos de cannabis?

R: Desde la sociedad civil nosotros ya lo planteamos como una iniciativa integral de regulación del mercado completo. Lo que hicimos fue armar una ley que contemplaba cinco módulos o maneras de lidiar con tres tipos de uso y con formas de abastecimiento legal, que incluían desde el autocultivo, los clubes sociales de cannabis, y la venta al menudeo en establecimientos muy regulados con una creación de un monopsonio estatal para abastecer el uso recreativo y abastecer los usos medicinales y terapéuticos de la planta con producción nacional. Este es como el ideal que proyectamos desde sociedad civil, pero el movimiento de políticas de drogas y específicamente el cannábico, tienen sus divergencias. Los que son activistas cannábicos quieren que sólo se les autorice el autocultivo y los clubes cannábicos, mientras que nosotros creemos que esto no es suficiente para resolver el tema de política de drogas. Por lo tanto, habría que habilitar algún tipo de acceso legal sin que uno tenga que convertirse en un erudito de la planta. Ahora bien, por parte de la iniciativa presidencial sólo se planteaba aumentar el umbral de posesión personal para que no fuera un delito punible con cárcel tener hasta 28 gramos de marihuana. Pero no se planteaba ninguna fuente de abastecimiento legal, nosotros decidimos inicialmente apoyar esto como un piso mínimo, en el entendido que eso posibilitaría, por ejemplo, una mayor protección del usuario frente la extorsión policial, o el arresto arbitrario por posesión simple, y pensábamos además que si lográbamos pasarlo como una reforma legal donde la posesión simple dejara de ser delito, nosotros podríamos incluso llevar a cabo un proyecto de liberación anticipada de gente arrestada por cantidades menores a los 28 gramos de sólo cannabis, es decir estaríamos hablando de muchas personas. Tristemente, creo que no hay voluntad política para lograr ni eso, entonces vamos a tener que seguir peleando y vamos a tener que seguirlo arrebatando como hemos arrebatado lo que hemos logrado hasta ahora.

P: Y ya que has estado por aquí en España y conoces el trabajo que se hecho desde sociedad civil para la implantación de los clubes sociales de cannabis… ¿crees que es un buen modelo o punto de partida?

R: Mira, nosotros vemos con mucha admiración el caso español en materia de los clubes sociales porque nos parece que si algo logran los clubes, pese a que todavía están en la opacidad, es regresarle la dignidad al usuario. Es un espacio seguro, es un espacio en donde la persona que llega y utiliza cannabis puede saber qué está consumiendo, lo puede hacer de una manera recreativa libre de estigmas y además con los servicios más básicos en donde, si hubiese necesidad de brindarle algún tipo de atención, ésta se podría lograr. Y esto nos parece maravilloso. Creo que lo que le hemos aprehendido al modelo español es que claramente no puede funcionar en una área gris de la legislación. Es un modelo que nos gusta mucho, es un modelo que nosotros quisimos introducir en este proyecto de ley, pero dándoles esa capacidad jurídica de existir. Es decir creando dentro de la ley el espacio para que los clubes puedan existir sin tener que ser una interpretación jurídica de si los usuarios pueden conjuntamente crecer o no crecer tanto número de plantas, sino con una regulación que incluyera cosas como en Uruguay: cuál es el número máximo de personas por club, cuál es la producción máxima, qué sí se puede hacer y qué no se puede hacer dentro de las premisas del club, etcétera…

Porque yo lo que vi cuando estuve platicando con varios colegas de ustedes en el último diálogo en Madrid, es que precisamente como eso no estuvo nunca regulado, y aunque los clubes pudieron hacer sus federaciones, y tener sus códigos de buenas prácticas, no todas las asociaciones o clubes tuvieron la misma voluntad de auto restringirse. Entonces uno de los mayores problemas es tener asociaciones de 2000, 3000, 7000 miembros, que ya se parece más a un esquema comercial que a un esquema de cooperativas. Entonces nosotros tomamos la idea del modelo español porque nos parece maravilloso que haya un suministro compartido en un espacio seguro, pero con la necesidad, sobretodo dados los contextos jurídicos latinoamericanos, de que era preciso regularlos desde el principio, y no simplemente dejarlos aparecer en el vacío legal.

P: Siguiendo con el caso de España y la regulación del cannabis, da la sensación que si todo esto no se organiza desde la sociedad civil, desde lo local o municipal, véase ejemplo de Barcelona o municipios colindantes, a nivel nacional o internacional cuesta moverlo mucho más…

R: Bueno en España tienen una ventaja que es que sí pueden avanzar desde el ámbito local, en México no… por ejemplo. Porque el control sanitario de las sustancias declaradas ilícitas es una competencia exclusiva de la federación, o sea que si el presidente o el congreso no quieren, el tema no se mueve, vivas donde vivas… La ventaja que ustedes tienen es que sus autonomías sí pueden tomar ese tipo de decisiones pese a que el gobierno central no necesariamente las comparta. Y la desventaja es que obviamente ustedes pueden parecer un faro de progreso en lo local mientras que sus posiciones en lo internacional pues siguen pareciéndose más a los franceses, a los suecos, que es como la cosa más retrógrada que puede encontrar uno en Europa. Yo te diría que con respecto a ese tipo de regulaciones con los clubes, yo me llevo la lección de España de que hay mucho trabajo que hacer con el propio movimiento cannábico para lograr encontrar los mecanismos de negociación que permitan a esto tener un futuro. Me explico… Por ejemplo, cuando nosotros estuvimos planteando qué tipo de regulación querríamos para clubes, siempre tuvimos muy presente que iban a ser regulaciones muy restrictivas, por dos motivos. El primero porque en México, como en el resto del mundo, los lobbies de las alcoholeras y las tabacaleras son muy fuertes, entonces nosotros no podríamos plantear por ejemplo un modelo de clubes sociales de cannabis en donde en espacios cerrados se pudiese fumar, porque entonces el lobby del tabaco iba a hacer la propio para revertir las leyes de control de tabaco que tenemos en el país. Luego no planteamos que fueran lugares en donde se permitiera el consumo de bebidas alcohólicas ya que hacerlo exigiría que los clubes se constituyeran bajo unesquema de licenciatarios como se hace por ejemplo en los restaurantes (y eso genera mayores barreras de entrada por el costo de las licencias y los requisitos sanitarios para su expendio). Entonces cuando al final salimos con nuestra regulación, que era muy restrictiva y que básicamente optaba por no alcohol, no tabaco y no fumar en espacios cerrados, pues la mitad de la gente se nos vino encima y nos dijo que básicamente estábamos negando la posibilidad de que se hiciera nada «social» allí adentro. Cuando no se estaba viendo que lo que sí se estaba avanzando era la posibilidad precisamente de hacer crecer colectivamente un cierto número de plantas, de crear espacios seguros para que las personas no fueran arrestadas, no fueran extorsionadas, pudieran de todos modos solventar un consumo, que existe, y que hoy en día se hace en la perfecta ilegalidad. Y creo que esto está sucediendo con el debate entre las dos visiones que no logran acordar qué hacer con los clubes en España. Porque cuando yo les digo: «y bueno… ¿dónde están las líneas rojas de negociación con el Estado?» es que es básicamente… ¿todo es línea roja, no? O sea queremos que las cosas sigan como están y crezcan para arriba, pero no estamos dispuestos a hacer ningún compromiso hacia abajo. Y creo que teniendo un gobierno de derechas eso es utópico y suicida, entonces ahí creo que es en donde tendría que estar un poco más focalizada esa conversación.

P: Y ya sobre tu trayectoria, ¿nos podrías explicar un poco cómo llegaste a este ámbito de trabajo en políticas de drogas?

R: Pues como todo el mundo creo que por error. Estudie Relaciones Internacionales, Ciencia Política y Políticas Públicas. Por lo tanto, siempre desde muy joven supe que lo mío era la arena publica y del gobierno, de la toma de decisiones desde el sector público, y nunca desde lo privado. Y soy de una escuela de izquierda, de refugiados españoles por cierto, donde la participación social siempre fue muy promovida y por eso estoy en el activismo juvenil desde la adolescencia, en temas varios, pero básicamente empecé con temas de salud sexual y reproductiva, cuestiones de género, y cuestiones de VIH, que ya me agarró cuando ya estaba en la universidad. Entrar en esta agenda fue maravilloso en el sentido de que mis primeros trabajos desde sociedad civil fueron precisamente en esta agenda de VIH. Entonces, desde el VIH me dio un interés muy claro por la agenda de salud pública a nivel nacional y global, y ahí conocí la reducción del daño, con un paradigma muy interesante aunque yo todo esto lo hacía on the side, mientras tenía trabajos formales con el ministerio de educación o en el ministerio de salud, en el sector público. Y la verdad es que fue la urgencia nacional la que me llevó de regreso a la sociedad civil. Cuando ocurrió todo el desastre del presidente Calderón y su guerra contra el narcotráfico se hizo muy evidente que lo que se necesitaba era unas políticas de drogas que superaran ese conservadorismo, y que no habilitara un estado de excepción con una retórica incorrecta. Es así como yo regreso formalmente en 2012 a dedicarme al 100% a la sociedad civil con estos temas, y parece que todavía me quedan un par de años.