La muy anunciada regulación de las nuevas sustancias psicoactivas (New Psychoactive Substances – NPS – por sus siglas en Inglés) de Nueva Zelanda parece estar en un punto muerto después de su introducción hace tres años, esto plantea la pregunta: ¿Qué salió mal?

La Ley de Sustancias Psicoactivas del año 2013 (PSA) trató de introducir un sistema completo de regulación para las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) y tomar el control de lo que era un floreciente mercado de estos fármacos.

La Ley de Sustancias Psicoactivas (PSA) – el primer intento de su clase para llevar a las NPS al mercado lícito – otorga responsabilidad a los fabricantes de demostrar que sus productos representan un bajo riesgo de daño. Sólo una vez que esto sea demostrado se tendrá un medicamento que podrá obtener una licencia para su venta.

Como parte de una medida temporal para la transición de un mercado ilegal hacia un mercado regulado de nuevas sustancias psicoactivas (NPS), el gobierno otorgó exenciones provisionales a aproximadamente 40 NPS. Sin embargo, estas licencias provisionales fueron revocadas repentinamente en el año 2014 en un movimiento aparentemente impulsado por los alarmistas medios de comunicación sin ninguna evidencia científica sólida, como lo informó TalkingDrugs en su momento. Por lo tanto, se prohibieron todas las nuevas sustancias psicoactivas (NPS).

En relación con la eliminación de las exenciones provisionales, se impuso una moratoria sobre todas las solicitudes de licencia para producir las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) hasta que el adjunto Reglamento de Sustancias Psicoactivas (Psychoactive Substances Regulations – PSR) queden finalizados. Estas regulaciones resaltan el proceso para demostrar que un producto presenta un bajo riesgo de daño y entró en vigor el 3 de noviembre del año 2014.

Se han cumplido casi dos años desde que el Reglamento de Sustancias Psicoactivas (PSR) finalmente entró en vigor, sin embargo, parece que han habido pocos avances para mover el mercado. A ningún producto se le ha otorgado autorización; De hecho, no se han recibido solicitudes.

Este fracaso para crear un mercado regulado puede ser en gran parte atribuido a un defecto fundamental en el proceso de aprobación – la capacidad de demostrar que una sustancia presenta un bajo riesgo de daño.

Medir el nivel de daño es extremadamente difícil sin pruebas en seres humanos y animales potencialmente poco éticas, el último de los cuales está estrictamente prohibido como resultado de la misma enmienda que puso fin a las exenciones provisionales. Los Reglamentos del año 2014 incluyen algunas áreas en su definición de bajo riesgo – por ejemplo, la toxicidad de la exposición oral, o daño a un niño no nacido – donde actualmente no hay alternativas disponibles para la experimentación con animales.

Por esta razón, La Autoridad Reguladora de las Sustancias Psicoactivas (PSRA), el organismo encargado de las licencias y de asegurar que los productos cumplan con los requisitos de seguridad adecuados, ha declarado: »es poco probable que un producto demuestre que representa un bajo riesgo de daño sin el uso de la experimentación con animales.» a la luz de este comentario, parece que las regulaciones son totalmente contraproducentes.

La infraestructura para la venta legal de las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) esta lista, sin embargo, aún se encuentra pendiente la extraña situación en la que el sistema para aprobar y conceder licencias NPS ha sido diseñado de tal manera para que dichas aprobaciones y licencias sean imposibles de conceder. De hecho, la Autoridad Reguladora de las Sustancias Psicoactivas (PSRA) recomienda que los minoristas y los mayoristas no apliquen para una licencia en este momento.

Los fabricantes no van a perder tiempo ni dinero en aplicar por las licencias si no hay una posibilidad razonable de éxito que demuestre el bajo riesgo de daño requerido. Matt Bowden, el padrino de las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) en Nueva Zelanda y la persona que se espera sea el primero en obtener una licencia, se vio obligado a cerrar su compañía Stargate el año pasado. Bowden había sido un defensor explícito de la regulación y su desaparición es un símbolo de los fracasos del nuevo régimen.

Sin embargo, tal vez el daño más importante se llevó a cabo antes de que fuera concebida la Ley de Sustancias Psicoactivas. Las diversas prohibiciones que tuvieron lugar en los primeros años del fenómeno de las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) donde las primeras sustancias que llegaron a ser conocidas fueron puestas bajo el control de la Ley de Abuso de Drogas (the Misuse of Drugs Act – MDA) obligó a los usuarios a experimentar con compuestos cada vez más peligrosos. Es con estos compuestos que Nueva Zelanda está tratando de crear un mercado regulado, en lugar de sus predecesores que son más conocidos, y posiblemente menos peligrosos que permanecen prohibidos por la MDA, sin embargo, ya han establecido una fuerte presencia en el alborotado mercado negro.

Según el Director Ejecutivo de la Fundación para las Drogas de Nueva Zelanda – Ross Bell: «nosotros sacamos a todos los buenos y dejamos los malos».

A pesar de las diferencias evidentes entre los mercados tradicionales de la droga y las nuevas sustancias psicoactivas (NPS), la respuesta legislativa que se refiere a las NPS no puede, y no debe, ser aislada de la política tradicional de drogas. Siendo realistas, ¿es factible tener una política que trata el consumo de drogas como un delito grave que debe ser castigado y otro que permite el uso de drogas en un entorno normativo? Quizás La Ley de Sustancias Psicoactivas (PSA) estuvo siempre condenada al fracaso cuando se trata de operar bajo la sombra sofocante y regresiva de la Ley de Abuso de Drogas (the Misuse of Drugs Act – MDA).

La Ley de Sustancias Psicoactivas (PSA) establece un requisito integral que requiere que sea objeto de una revisión parlamentaria en el año 2018 y Peter Dunne, ministro de Salud de Nueva Zelanda responsable de la legislación, dijo en su discurso en la sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre drogas (UNGASS) en abril que la política Nacional de Drogas 2015-2020 probablemente conducirá a una revisión completa de la Ley de Abuso de Drogas de Nueva Zelanda del año 1975. Sin embargo, hasta que esto suceda, la falta de creación de un mercado regulado de las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) seguirá causando un daño grave e innecesario.

Artículo publicado originalmente el 1 de Agosto en talkingdrugs.org