(9 agosto 2016) Desde que Rodrigo Duterte asumió el poder en Manila a finales de junio, oficialmente más de 400 sospechosos de ser traficantes de drogas han muerto a manos de la policía, aunque los medios locales reportan que ha sido el doble. Estas cifras han encendido las alarmas de organizaciones de derechos humanos.

Durante su campaña electoral, Duterte -a quien se apodó como «el castigador»- prometió «olvidarse de las leyes en materia de derechos humanos» y les advirtió a los traficantes y criminales que se fueran «porque si no los iba a matar».

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