Cada borrachera en la adolescencia es un billete directo a una lotería en la que todos los premios son desgracias. La reflexión parte de Fernando Cadaveira, director del grupo de Investigación en Neurociencia Cognitiva y Afectiva (NECEA) de la Universidade de Santiago y que lleva diez años estudiando los efectos del alcohol en el cerebro de los jóvenes.

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