Nota: artículo original publicado en http://www.infosalus.com/

En España se detectan cada año unos 12.000 nuevos casos de cáncer de cabeza y cuello pero el mayor consumo de tabaco entre las mujeres y la asociación con el virus del papiloma humano (VPH) está provocando un aumento significativo de casos en población más joven. De hecho, está previsto que en 2017 haya más de 16.000 nuevos casos.

Así lo aseguró el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), que con motivo del Día Nacional de estos tumores celebrado el pasado sábado 10 de diciembre, presentó un decálogo con las principales necesidades no cubiertas de los afectados, entre ellas un diagnóstico precoz que permita un mayor porcentaje de curación.

Este tipo de cáncer agrupa a todos los tumores malignos del labio, la cavidad oral (mucosa y lengua) y las tres partes de la faringe (nasofaringe, orofaringe y laringe), y entre los principales factores de riesgo están el VPH y el consumo de tabaco, ya que el humo «genera un continuo daño de la mucosa de la vía digestiva por la que pasa», ha explicado Pedro Lara, presidente de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR).

El aumento del tabaquismo entre las mujeres y el adelanto de la edad de inicio ha propiciado un mayor aumento de casos y en población más joven, ya que suele ser más común en hombres de 40 a 50 años. De hecho, ha añadido la oncóloga María José de Migue, especialista del Grupo IMOncology, en otros países donde ha bajado el consumo de tabaco ya se está reduciendo la incidencia.

Asimismo, el VPH también ha contribuido a un aumento de casos aunque, a diferencia de cuando causa cáncer de cérvix o cuello de útero, estos tumores son más fáciles de curar ya que responden mejor a los tratamientos, según Lara. De hecho, en muchos pacientes la radioterapia ha logrado sustituir a la cirugía.

Aunque el pronóstico depende de múltiples factores, la supervivencia de los afectados está en torno al 80 y 90 por ciento si se diagnostica precozmente y baja a un 30-40 por ciento si el tumor se detecta en fase avanzada o metastásica.

El problema, según el presidente de SEOR, es que los síntomas más comunes como carraspera, tos seca o dificultad para hablar o comer no son específicos y hace que tanto los pacientes como algunos profesionales no les den tanta importancia. «No es tan mediático como otros tumores», ha lamentado.

De hecho, dos de cada tres casos se detectan cuando la enfermedad está en una fase avanzada, lo que dificulta el tratamiento y «puede propiciar que el paciente que se quede con boca seca para toda la vida o pierda la voz».

Esto hace que, pese a curarse, los pacientes queden con secuelas «más visibles» que las que dejan otros tumores, ha precisado Miguel Rojas, psicooncólogo de GEPAC, ya que «muchos deben reconstruir de nuevo su identidad» al quedarse sin voz o tener otra totalmente distinta a la que tenían.

Es el caso de Maite Arenas, superviviente a un cáncer de cuerdas vocales en el que la quimioterapia no funcionó y tuvo que someterse a una cirugía de rescate que «le cambió la voz» hasta el punto de que «cada vez que habla con alguien perciben que ha sufrido cáncer».

Entre las reivindicaciones de GEPAC para el abordaje de estos tumores está la necesidad de garantizar servicios de apoyo a los pacientes antes, durante y después del tratamiento, ya que la rehabilitación y la asistencia psicológica y social son claves.

Asimismo, la presidenta de esta entidad, Begoña Barragán, ha reclamado un registro nacional de tumores, fomentar el diagnóstico precoz con una derivación más rápida al especialista y garantizar la equidad en el tratamiento. «Parece mentira que todavía el lugar de residencia marque que un paciente reciba una terapia u otra», ha denunciado.