Nota: artículo original publicado en http://idpc.net

La elección del lenguaje puede impedir el acceso a los medicamentos tanto para el tratamiento del dolor como para la dependencia de los opiáceos. Referirse a una persona como «abusador de sustancias» en lugar de «una persona con trastorno por uso de sustancias» evoca el estigma y hay evidencia de que reduce el acceso de los pacientes al tratamiento apropiado.

Por otra parte, la terminología imprecisa puede dar lugar a malentendidos sobre la naturaleza del tratamiento del dolor y la gestión del trastorno por uso de sustancias. A su vez, los políticos y administradores establecen políticas irracionales de salud pública y los pacientes deciden no tomar sus medicamentos.

En muchos países las barreras para acceder al tratamiento del dolor y al tratamiento de la dependencia de opiáceos son enormes, pero a la vez el uso no médico de sustancias psicoactivas y el dolor moderado y severo no tratado se consideran prioridades de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una terminología clara, inequívoca y no estigmatizante como una forma de asegurar el acceso a medicamentos controlados.

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