Nota: artículo original publicado en gtt-vih.org

La creciente adulteración de la heroína con fentanilo (una sustancia que potencia el uso de la heroína de 50 a 100 veces) está contribuyendo a la epidemia de muertes por sobredosis de opiáceos que se está registrando en algunas regiones de EE UU, según un estudio presentado en el marco de la 25 Conferencia Internacional sobre Reducción de Daños (HR17, en sus siglas en inglés), que tuvo lugar el pasado mes de mayo en Montreal (Canadá).

Para las personas usuarias de heroína, resulta imposible saber si la droga que consumen está adulterada con fentanilo. Debido al efecto potenciador de esta sustancia, es posible que el consumo de la cantidad habitual para la persona pueda desembocar en una sobredosis.

A principios del presente año, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC, en sus siglas en inglés) informaron de que las muertes causadas por sobredosis de drogas, principalmente debidas al uso de analgésicos con prescripción médica y heroína, representaron más de 28.000 muertes en 2014, superando el número de muertes causadas por accidentes de tráfico y homicidios con armas. Además de los casos de muertes por sobredosis, también se han registrado brotes de VIH y hepatitis C.

Con el fin de arrojar algo más de luz sobre las tendencias en los casos de sobredosis, las hospitalizaciones y las defunciones causadas por el uso de la heroína, un equipo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE UU) llevó a cabo una revisión de los datos proporcionados por el gobierno estadounidense sobre drogas, los datos del laboratorio nacional forense y la base de datos del sistema de salud.

Tras el análisis de los datos se observó que las incautaciones de fentanilo se habían incrementado en un 134% entre 2009 y 2014, registrándose los mayores aumentos en el Medio Oeste y en la zona del noreste del país. Junto con Kentucky, Tennessee, Alabama y Mississippi, estas regiones registraron los mayores incrementos en casos de sobredosis por heroína a lo largo del mismo período.

En EE UU, los casos por sobredosis relacionados con el consumo de heroína han aumentado un 8% anualmente entre 2006 y 2013. En algunos estados de la zona de los Apalaches y el sudeste del país, este aumento fue del 50%, mientras que en el nordeste y en zonas del litoral atlántico se registró un aumento de entre el 30% y 40%.

Estudios sobre la procedencia de las sustancias revelan que México ha desplazado a Colombia como la principal fuente de la heroína que llega a los estados del Medio Oeste, Nueva Inglaterra y la zona sudeste del país. De acuerdo con los investigadores, esta heroína de origen mexicano, junto con las nuevas formulaciones probablemente adulteradas y el aumento del fentanilo hacen que el uso de esta droga resulte más impredecible y peligroso.

El equipo de investigadores señala que la epidemia de opioides debe ser tratada menos como una epidemia de consumo de drogas y más como una epidemia de envenenamientos, lo que justificaría la implementación un seguimiento más proactivo y el análisis de las propias drogas (no únicamente de las personas que las consumen).

Los autores también destacan la importancia de implementar mecanismos de respuesta más rápidos para tratar las sobredosis, favoreciendo que naloxona esté disponible de forma generalizada para las personas usuarias de drogas (y sus seres queridos), aumentando el número de servicios de reducción de daños y la disposición de más opciones basadas en datos científicos para tratar la adicción a las drogas (véase La Noticia del Día gTt-VIH del 20-06-2016).

En este sentido Rick Lines, director ejecutivo de Harm Reduction International, afirmó: «Si los opioides sintéticos se están convirtiendo de hecho en la nueva norma en cuanto a distribución y consumo, los centros para el análisis de drogas y las salas de inyección de drogas de forma supervisada también deberían convertirse en las nuevas normas de salud pública».

Para los investigadores la epidemia por sobredosis de opiáceos que se está viviendo actualmente en EE UU puede suponer una oportunidad para innovar en las estrategias de salud pública. Del mismo modo que la llegada del VIH trajo consigo el desarrollo de nuevas estrategias preventivas y de reducción de daños, lo mismo podría suceder como respuesta a la crisis de los opiáceos.