Las grandes tabacaleras lo tienen claro: en la mayoría de los países desarrollados, la ley no permite hacer publicidad de sus productos, y hay una mayoría de personas que los rechaza, pero queda un grupo (alrededor de un 30% de los adultos en España, por ejemplo) que aún consumen cigarrillos. Y su objetivo actual es ofrecerles alternativas que les permita mantener la adicción a la nicotina con menos daño a su salud. El Foro Mundial de la Nicotina (GFN) que se celebró en Varsovia a finales de junio fue el mejor escaparate de esta nueva actitud. Este foro no está financiado por ninguna empresa, y en él se presentaron toda una serie de dispositivos, la nueva generación de cigarrillos electrónicos, destinados a suministrar nicotina (el componente de la adicción física del tabaco, aunque no sea el único factor) con una reducción en otras sustancias. El lema del congreso era claro: Reduciendo daños; salvando vidas.

Ahí estuvo por ejemplo Moira Gilchrist,toda una declaración de intenciones desde el título del cargo que ocupa -vicepresidenta de Asuntos Corporativos en Productos de Reducción de Daños- de la mayor de las compañías tabacaleras, Philip Morris Inc. (PMI). Y su mensaje fue contundente. Estos productos «no son para llamar la atención de los no fumadores y no los vemos como una alternativa a que dejen de fumar». Es decir: su objetivo son las personas que consumen cigarrillos y no se plantean abandonar la nicotina. Para nada se pretende, según dijo, captar nuevos clientes.

Este aspecto es clave en el mensaje. En general, el negocio de las tabacaleras no va mal en el mundo. En 2014 se fumaron casi 6 billones de pitillos en el planeta, según The Tobacco Atlas, una publicación internacional elaborada por médicos que quieren contribuir a reducir el tabaquismo. «Y su número va en aumento». Este libro refleja que frente a reducciones leves en el consumo de cigarrillos en las zonas de Europa Occidental, América y del Sudeste Asiático de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay un estancamiento o aumento en las demás, con un incremento del 50% desde 1980 en China, que representa ya el 40% del consumo total, y no tiene visos de descender.

Seguir leyendo >>