Un equipo multidisciplinar de investigadores de la Gerencia de Atención Primaria y Especializada de Palencia, del Hospital Clínico Universitario de Valladolid y del Hospital Campo Grande de Valladolid ha realizado un estudio entre 3.311 adolescentes de entre 13 y 18 años de Castilla y León para conocer su percepción del riesgo sobre el consumo ocasional de tabaco tradicional y electrónico.

El trabajo, que ha sido publicado en la Revista Pediatría Atención Primaria, está encabezado por Leonor Liquete Arauzo, pediatra de la Gerencia de Atención Primaria de Palencia. Según explica la Dra. Liquete, antes de la recogida de los datos, los directores y orientadores de los centros educativos habían manifestado «su preocupación por el creciente interés que había despertado en sus alumnos el tabaco electrónico y la posibilidad de que fuera una nueva vía de iniciación al tabaquismo en los más jóvenes».

Es conocido que la percepción de peligrosidad atribuible al consumo de drogas en adolescentes se relaciona con la probabilidad real de consumirlas. Por ello, el estudio se centró en conocer si el e-cigarrillo o cigarrillo electrónico gozaba de una menor percepción de peligrosidad entre los adolescentes que el tabaco tradicional u otras drogas. El trabajo se basó en otros estudios nacionales e internacionales sobre adolescentes que aplican cuestionarios con preguntas idénticas para valorar la probabilidad real de consumir una droga, en este caso del uso del cigarrillo electrónico.

Además, se trató de detectar qué factores socio-demográficos y familiares estaban asociados a la baja percepción de riesgo sobre el consumo ocasional de e-cigarrillos en adolescentes y se indagó en los factores protectores ya conocidos para evitar el tabaquismo adolescente, con el objetivo de dilucidar si eran igualmente válidos para la prevención del consumo juvenil del e-cigarrillo.

El e-cigarrillo, visto como más inocuo

Los resultados del estudio apuntan que el consumo ocasional del cigarrillo electrónico es considerado por los adolescentes más inocuo que el del cigarrillo tradicional. El 44,2% de los entrevistados consideró el tabaco convencional muy peligroso, mientras que solo el 18,5% tildó de muy peligroso el electrónico.

De este modo, «el e-cigarrillo sortea el prototipo negativo asociado al fumador clásico, ocasionando en los jóvenes una distorsión en la percepción de riesgo asociada a su consumo», agrega la Dra. Liquete. Aunque no se encontraron diferencias significativas en la mayor parte de las variables socio-demográficas registradas, sí que se observó que las mujeres y los adolescentes de centros públicos presentaban una menor percepción de peligrosidad.

«El impacto del e-cigarrillo en la tasa de tabaquismo juvenil a medio plazo es, a día de hoy, desconocida. La desinformación de la sociedad acerca del e-cigarrillo podría ser la principal razón por la que no hemos hallado factores de protección evidentes que se relacionen con una elevada percepción de riesgo sobre su consumo ocasional. Por lo tanto, parece necesario crear una campaña específica de información sobre el e-cigarrillo para jóvenes y adultos», concluye la pediatra.

Revista Pediatría Atención Primaria (2017);19:127-36