Lo que allí es de uso y disfrute recreativo, aquí deja 25.000 muertos cada año. Lo que allí se vende en todas sus variedades de semillas y aceites y genera ingresos en la bolsa de valores, aquí abarrota cárceles. El allí es California o Arizona y el aquí es México, el país que más sufre en el mundo la llamada guerra contra las drogas.

Repentinamente, en el aquí, Enrique de la Madrid hijo del expresidente Miguel de la Madrid y secretario de Turismo, probablemente la cartera más exitosa y que mejor ha funcionado en el sexenio de Enrique Peña Nieto, donde el país ha pasado del décimo al sexto lugar mundial en número de turistas recibidos, abrió el polémico melón. Propuso legalizar el consumo de marihuana pero sólo en zonas turísticas como Quintana Roo, y su joya Cancún o Baja California.

«Nos haría un enorme daño perder esos destinos (Cancún y Los Cabos) por temas de combate al narcotráfico. Yo creo que el hacer legal no sólo el consumo sino la producción y venta de la marihuana contribuiría (a tener) destinos más seguros. Me gustaría ver que se pudiera hacer en Baja California Sur y en Quintana Roo, los dos destinos turísticos principales de México que no tienen por qué ser víctimas de violencia de un trato inadecuado al tema de las drogas en México», dijo De la Madrid, al tiempo que reconoció que la droga es menos nociva que el tabaco y el alcohol. Rara vez un secretario en activo se había pronunciado tan claramente a favor de la legalización, lo que ha agitado un debate que se abre y se cierra periódicamente mientras aumenta el número de voces que piden un debate sobre el tema, entre ellos intelectuales como Héctor Aguilar Camín, Juan Villoro, el excanciller Jorge G. Castañeda o el exrector de la UNAM Juan Ramón De la Fuente.

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