No está solo ni es la persona más irresponsable que pisa la Tierra. En el mundo hay mil millones de fumadores, el 26% de los europeos fuma y en España el porcentaje aumenta al 29%. La cifra de fieles al tabaco no es nada despreciable, pese a que cada vez hay más desertores: el 59% de fumadores ha intentado dejarlo en algún momento, según revela un informe especial del Eurobarómetro.

Fumar es la primera causa de muerte evitable (lo dice la OMS) ni tampoco en que el tabaco está implicado en 12 tipos de cáncer. Afecta incluso a su alimentación; por eso, vamos a contarle qué debe comer si aún no ha sido capaz de dejarlo.

Fumar modifica las preferencias alimentarias, el sentido del gusto y afecta a lo que se come, una consecuencia que está relacionada con el número de cigarrillos que se consumen. Además, recoge el informe Impacto del consumo de tabaco sobre la alimentación y la nutrición, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESA), «está comprobado que reduce la percepción de sabores y olores, puede producir carencias nutritivas, incrementar las necesidades de nutrientes, alterar los efectos nutricionales esperables de diversos alimentos, potenciar la acción cancerígena de dietas inadecuadas o aumentar del riesgo de padecer enfermedades crónicas».

Al fumar se libera una gran cantidad productos que oxidan el organismo: «La principal característica de buena parte de las sustancias tóxicas del humo del tabaco es que actúan por un mecanismo de oxidación, son los radicales tóxicos del oxígeno (ozono, peróxido de hidrógeno)», explica el neumólogo Carlos Jiménez, experto en Tabaquismo. Para protegerse de la acción de esos radicales libres, el cuerpo necesita micronutrientes antioxidantes (vitaminas C, A, E, selenio, cobre, etcétera), pero su disponibilidad -la capacidad que tiene el cuerpo de aprovechar un nutriente- está reducida en el organismo de los fumadores.

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