Nota: artículo original publicado en gtt-vih.org

Dos estudios estadounidenses presentados en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2018), celebrada recientemente en Boston (EE UU), han concluido que el uso de naltrexona de liberación prolongada se relacionaría con mayores niveles de supresión virológica en personas con el VIH dependientes de opioides o alcohol que han estado en prisión y han sido puestas en libertad.

El control de la infección por el VIH en personas privadas de libertad suele ser bueno, ya que las rutinas de dispensación de fármacos suelen estar muy bien definidas y permiten una buena adherencia al tratamiento antirretroviral por parte de los internos. Sin embargo, diversos estudios apuntan a que, una vez se produce la excarcelación, los niveles de adherencia disminuyen y se produce en muchos casos una rápida pérdida del control virológico. En un estudio se halló un descenso de las tasas de indetectabilidad del 59% al 18% solo tres meses después de la liberación. Ello suele asociarse a una dependencia de opioides y/o del alcohol.

Naltrexona es un antagonista de los receptores opioides que bloquea tanto los efectos de los opioides como los síntomas de recompensa que proporcionan el consumo de alcohol y/o de otras drogas tales como la metanfetamina (véase La Noticia del Día 22/06/2016).

Para comprobar si el uso de naltrexona de liberación prologada podría proporcionar beneficios sobre el control virológico en personas con dependencia de opioides o alcohol en el momento de abandonar la prisión, los investigadores diseñaron dos estudios de distribución aleatoria controlados con placebo.

Los dos estudios incluyeron a personas privadas de libertad, aunque el estudio NEW HOPE se centró en aquellas con historial de dependencia de opioides y el estudio INSPIRE incluyó a personas con problemas de alcoholismo.

Los integrantes de ambos estudios fueron distribuidos aleatoriamente a recibir una inyección mensual de naltrexona de liberación prolongada o placebo. El objetivo principal del estudio era comprobar como evolucionaba el porcentaje de integrantes de cada brazo del estudio con carga viral indetectable.

Un total de 93 participantes fueron incluidos en el estudio NEW HOPE, veintisiete de los cuales fueron incluidos en el grupo con placebo. El 82% eran hombres, el 84% presentaban coinfección por el virus de la hepatitis C (VHC), el 63% no tenían domicilio estable, el 65% eran latinoamericanos y el 25% eran de etnia negra. Los participantes habían estado consumiendo heroína durante una media de 19 años y el 80% eran usuarios activos de cocaína. Ninguno de ellos había realizado anteriormente un tratamiento con naltrexona, aunque el 75% habían recibido metadona o buprenorfina como terapia de sustitución con opioides en algún momento previo a la privación de libertad.

Al ser liberados, el 89% de los participantes tomaba tratamiento antirretroviral. La mediana del recuento de CD4 era de 423 células/mm3 y el 43% tenía una carga viral inferior a 50 copias/mL.

A los 6 meses de salir en libertad, la tasa de participantes en supresión virológica se incrementó del 38% al 61% (p= 0,002) en personas tratadas con naltrexona de liberación prolongada y disminuyó del 56% al 41% en aquellas que recibieron placebo.

Las tasas de nueva supresión virológica (es decir que una persona que tenía carga viral detectable pasara a tenerla indetectable) fueron significativamente superiores entre quienes recibieron naltrexona que entre quienes recibieron placebo (30% y 19%, respectivamente; p= 0,041). Solo el 8% de quienes siguieron tratamiento con naltrexona dejaron de tener carga viral indetectable, mientras que dicho porcentaje en el grupo con placebo alcanzó el 33% (p= 0,017).

Globalmente, en personas con el VIH dependientes de opioides, respecto a placebo, el tratamiento con naltrexona se asoció a un incremento del 300% en la probabilidad de supresión virológica a los seis meses de la recuperación de la libertad (cociente de probabilidades [CP]: 2,92; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,03-8,14; p= 0,043).

El estudio INSPIRE contó con la participación de 100 participantes: 67 recibieron naltrexona de liberación prolongada y 33 recibieron placebo. Tres cuartas partes de los participantes eran hombres, la mediana de la edad era de 45 años, dos tercios eran de etnia negra y dos tercios no tenían residencia estable. El 60% de los participantes eran usuarios activos de cocaína.

Al ser puestos en libertad, el 87% de los participantes recibían terapia antirretroviral y el 35% tenían carga viral indetectable. La mediana del recuento de CD4 era de 410 células/mm3.

A los seis meses de seguimiento, en el grupo con naltrexona, el porcentaje de personas con carga viral indetectable se incrementó del 31% al 57% (p= 0,001). Entre quienes recibieron placebo dicho porcentaje disminuyó del 42% al 30%.

Respecto a recibir placebo, el tratamiento con naltrexona en personas con el VIH y problemas de alcoholismo se asoció a un aumento de más del 400% de la probabilidad de tener carga viral indetectable a los 6 meses de salir de prisión (CP: 4,54; IC95%: 1,43-14,43; p= 0,009).

No se detectaron efectos adversos graves asociados a naltrexona en ninguno de los dos estudios.

Los resultados del presente estudio muestran el potencial que una intervención dirigida al tratamiento de la dependencia de sustancias puede tener sobre la adherencia y el control virológico de la infección por el VIH. Las políticas de salud pública deberían poner en el centro de sus actuaciones a las personas con el VIH más vulnerables, por lo que contemplar la inclusión de una intervención como la evaluada en los presentes estudios podría ayudar notablemente a mantener a raya la epidemia del VIH, máxime con el compromiso global existente de alcanzar el objetivo 90, 90, 90 para el año 2020.

Referencia: Springer S, Azar M, DiPaola A, et al. Extended-release naltrexone improves viral suppression in HIV prisoners. 25th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections (CROI 2018), Boston, abstract 96, 2018.