Fumar, no cabe ninguna duda, es muy malo para la salud. De hecho, infinidad de investigaciones han demostrado que el tabaco es el principal factor de riesgo para sufrir una muerte prematura. Tal es así que cada vez es mayor el número de empresas que ofrecen programas de cesación tabáquica para salvaguardar la salud –y, por ende, la productividad– de sus empleados fumadores. Unos programas que, entre otras medidas, contemplan la distribución gratuita de ‘herramientas’ para dejar de fumar, caso de los parches y chicles de nicotina o, incluso, de los cada vez más populares cigarrillos electrónicos –o e-cigarrillos–. ¿Y funcionan? Pues según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Perleman de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia (EE.UU.), no. Entonces, ¿qué es lo que realmente funciona? Pues simple y llanamente, la incentivación económica –o lo que es lo mismo, ‘pagar’ para que dejen de fumar.

Como explica Scott D. Halpern, director de esta investigación publicada en la revista «The New England Journal of Medicine», «el tabaquismo sigue siendo la principal causa de mortalidad prevenible en Estados Unidos, y casi todos los grandes empleadores ofrecen programas de bienestar destinados a lograr que la población deje de fumar. Sin embargo, estos problemas varían considerablemente y, hasta la fecha, las evidencias sobre qué diseños y estrategias son más efectivas son escasas».

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