El Hospital de Santiago Apóstol, de Vitoria, ha realizado un seguimiento a cinco años de los primeros brotes psicóticos. Tal y como ha dicho Purificación López, una de las expertas que han participado en la investigación, el estudio, cuyos resultados se han presentado en el XIII Curso de Psiquiatría que, bajo el título Psiquiatría y Mujer, se ha celebrado en el Palacio Europa, de Vitoria, «mide la posibilidad de extraer algún factor de predicción que descubra qué pacientes van a intentar cometer suicidio a través de las variables que se manejan, tanto clínicas como sociodemográficas, en el momento de la evaluación basal. El objetivo final de este trabajo es establecer un tratamiento más integral e intensivo a la hora de prevenir el suicido».

Desde este punto de vista, la experta ha añadido que «en caso de pacientes con psicosis, aumenta el riesgo de suicidio en la edad joven, ante la presencia de síntomas depresivos y debido al consumo de estimulantes, principalmente de psicoestimulantes. En concreto, el dato más espectacular del informe refleja que aquellos pacientes que han sufrido algún brote psicótico y consumen psicoestimulantes multiplican por siete el riesgo de suicidarse con respecto a los no consumidores».

En general, existe una literatura estadística sobre las conductas suicidas que dice que las mujeres son más proclives al intento de suicidio y que los hombres lo consuman más. «En el caso del estudio relacionado con los primeros brotes psicóticos -según López-, éste demuestra que no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres -incluso la tasa es levemente más elevada en el caso de los varones- a la hora del intento y la consumación de suicidio».

Incrementar las alertas
La especialista ha explicado que «la forma de prevención recomendada para padres y educadores es la de incrementar las alertas y que, cuando se notan cambios en los hijos o alumnos adolescentes, en vez de pensar que son fruto de la edad, entren en contacto con un sanitario para valorar cuál es el origen de esos cambios, si van más allá de las alteraciones propias de la conducta adolescente y, si es necesario, incluirles en un programa de tratamiento intensivo. Además, es preciso colaborar con el tratamiento que recomiendan los profesionales porque a veces son los propios progenitores quienes lo interrumpen».

Para Purificación López, «en la edad adolescente existen una serie de síntomas que pueden poner sobre aviso de que algo sucede. Las alteraciones en el sueño, la irritabilidad inesperada y desproporcionada ante la mínima cuestión, los cambios de comportamiento bruscos sin motivo aparente o el absentismo escolar, son indicadores que no se pueden pasar de largo».

La especialista ha afirmado que «de manera especial es preciso estar muy pendientes del consumo de drogas. En la actualidad da la impresión de que el consumo de cannabis está siendo integrado en la sociedad como un hábito normal, cuando tiene su influencia en las tendencias suicidas. Es evidente que las drogas, como la cocaína, la anfetamina o el éxtasis tienen más peso específico en el campo de las conductas suicidas, pero también existe toda una literatura específica que ratifica la predisposición del cannabis a la psicosis que, en definitiva, es la enfermedad de base de la que provienen varios de los cuadros ya citados».

Actualización formativa
La vocación de los cursos de actualización en psiquiatría es la de proporcionar al especialista un material didáctico y actualizado con el fin de mejorar su formación, lo que se traduce en un beneficio para la calidad de vida de los pacientes. En este sentido, en el libro Diagnóstico, evaluación y tratamiento de los trastornos psiquiátricos graves se han reunido las diferentes contribuciones realizadas en el XII Curso de Psiquiatría de Vitoria, que responden a preguntas habituales en la clínica diaria. Se analizan así, entre otros aspectos, la evaluación de los primeros episodios psicóticos, los factores y variables de pronóstico y de evolución, en las fases iniciales de la esquizofrenia, así como su morfometría cerebral y los síntomas cognitivos, los estudios de neuroimagen en niños y adolescentes, la influencia del tabaco en la esquizofrenia, la seguridad de los nuevos antipsicóticos en sobredosis, las disfunciones cognitivas en las distintas fases de trastorno bipolar, la depresión en los ancianos y el riesgo de evolución hacia la demencia, una actualización en conductas suicidas y parasuicidas, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad en niños o el funcionamiento interpersonal como clave diagnóstica del trastorno de personalidad.