Una encuesta que hizo en 2005 la Oficina Nacional Antidrogas revela que 2,43% de la población venezolana ha consumido sustancias ilícitas alguna vez en su vida. El crack es el estimulante que más personas lleva a hospitalización y centros de tratamiento en el país

Catalina tiene 21 años y desde hace tres vive en Caracas, sin sus padres, en una residencia. Nunca había tenido contacto con drogas mientras estuvo en bachillerato, pero en la universidad la cosa ha sido distinta.

Desde el primer semestre ha visto, en pleno campus universitario, a estudiantes fumando marihuana o aspirando cocaína. Algunos de sus compañeros la han invitado a «meterse un pase» antes de clase y ha estado en fiestas en las que en la entrada va incluida una pastilla de éxtasis. Sin embargo, asegura que ha sido muy consistente con negarse a probarla. «Aunque todo parece estar dado para que uno la pruebe» , admite. Sobre todo tres cosas la han ayudado: la comunicación con sus padres, la información que tiene sobre los efectos de estas sustancias y la propia experiencia de sus amigos.

Recuerda especialmente a R., que de ser el más inteligente del salón pasó a verse casi como un indigente y dejó los estudios al convertirse en un adicto al crack.

Pero ahora lo que más sorprende a Catalina es la facilidad con la que se consiguen los estupefacientes en lugares públicos: en las discotecas de Las Mercedes, en los conciertos en El Poliedro, en la propia casa de estudios, la Universidad Central de Venezuela (y también en otras instituciones de educación superior públicas y privadas).

Dos vivencias la marcaron recientemente: ver que vendían marihuana en brownies y estar presente en una fiesta en la que en lugar de licor, hicieron un coctel que incluía «jarabe», un medicamento que produce en los usuarios efectos similares a la heroína.

Catalina siente que ahora la droga está en todas partes. Es la impresión que tienen también otros jóvenes universitarios: que hay más tolerancia en los locales hacia los consumidores que muchas veces fuman marihuana públicamente, o que resulta muy fácil ser abordados por los vendedores de cocaína o éxtasis, quienes lo ofrecen de forma descarada en los lugares de moda. Sin embargo, algunas personas mayores de 30 años, que frecuentan esos ambientes, aseguran que siempre ha sido así y no hay ningún repunte en estos momentos.

Jóvenes y desempleados

Evelyn Rincón, directora encargada del Observatorio Venezolano de Drogas, reconoció que hay un subregistro en cuanto a las cifras de consumo en el país. «Sigue siendo un problema altamente estigmatizante, todavía no es comprendido como enfermedad, además muchos de los usuarios son desertores escolares o están incursos en delitos por lo que no aparecen en las estadísticas». El observatorio ha tratado de sincerar las cifras identificando las fuentes de información directa como hospitales y centros de tratamiento de carácter público a los que ingresan personas con problemas de drogas. Lograron hacer un censo que va de los años 2000 a 2005 con 39.084 pacientes. La mayoría son hombres, pero esto no significa que ellos utilicen más drogas, sino que las mujeres lo reportan menos, además no hay centros especializados en población femenina. 61,66% de estos pacientes están desempleados, lo que a juicio de Rincón denota la gran relación que existe entre el ocio y el uso de drogas.

Destaca Rincón que la mayoría reporta como sustancia de inicio la marihuana, porque algunos no toman en cuenta el alcohol y el cigarrillo como drogas. Sin embargo, si se le repregunta, mucha gente reconoce que fue el alcohol o el cigarrillo lo primero que probaron.

«Estas drogas lícitas abonan el terreno a las drogas ilícitas, si una persona no ha probado alcohol ni drogas es más difícil entrar en el consumo».

El registro informa que el consumo se inicia entre los 10 y los 19 años. «Muchos comienzan porque dicen que quieren descubrir nuevas sensaciones, o para ser aceptados por el grupo, o porque creen que así son independientes; el error está en pensar que tienen el control de lo que sienten. Hay factores de riesgo sociales, familiares, biológicos y genéticos que instalan la dependencia a las drogas», alerta Rincón.

El crack es el estupefaciente de mayor impacto: 50,3% de los pacientes que entraron en problemas de drogas lo hicieron por consumo de esta sustancia, hecha con la «basura» de la cocaína. Se trata de una de las drogas más adictivas. «A medida que el individuo consume, tiene necesidad de consumir más, los efectos son cortos», explica Rincón y asegura que la utilizan todas las clases sociales.

Denuncias y decomisos

El presidente de la Oficina Nacional Antidrogas, Luis Correa, destaca que en una encuesta a 11.700 hogares –realizada por la institución con el apoyo de la Comunidad Europea, en 2005– demostró que 2,43% de la población ha consumido drogas alguna vez, y 0,5% lo hizo en los últimos 30 días. Reconoce Correa que aún con los intentos que ha hecho la ONA, es difícil tener cifras confiables que den cuenta de la realidad, sobre todo entre la población de menor edad. Es por eso que ahora se está haciendo un estudio en escuelas y liceos para conocer el impacto en niños, niñas y adolescentes.

Actualmente se hacen operativos en sitios nocturnos para detectar a los distribuidores. En la página web de la Oficina Nacional Antidroga hay un formulario confidencial de denuncias que permite de forma anónima alertar de aquellos sitios de distribución y consumo de esta mercancía para que el organismo acceda a ellos:
http://www.ona.gob.ve

Sin embargo, la ONA desde que comenzó la gestión de Correa (quien viene del área de inteligencia policial) está haciendo énfasis, junto con la Guardia Nacional, en el decomiso de grandes lotes de droga en la frontera. Explica que como el traslado de estos grandes lotes por territorio nacional se paga con porcentajes de la misma droga para consumo interno, al ser decomisados se reduce el volumen de psicotrópicos en circulación. Asimismo, la ONA ha logrado desmantelar redes de distribución en Venezuela.