La forma más efectiva para reducir las muertes que causa el tabaco es subir su precio. Un estudio financiado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial asegura que la medida contra el consumo de tabaco que mejor relación coste beneficio tiene es el aumento de su precio, que afecta principalmente a los jóvenes. El informe corrobora que subir el precio de las cajetillas de tabaco un 10% evitaría entre 5 millones y 15 millones de muertes. El estudio compara esta medida con otras que considera menos efectivas: el acceso gratuito a tratamientos para dejar de fumar, la prohibición de la publicicidad y de fumar en lugares públicos y de trabajo y las campañas de concienciación.

En 1995 había 1.100 millones de fumadores en el mundo. Aunque el estudio estima que uno de cada tres de ellos morirá a causa del tabaco, la propia OMS califica esta estimación de «conservadora» y asegura que en realidad será uno de cada dos. Pero, teniendo en cuenta el dato del informe, serían 370 millones de personas las que morirán a causa del tabaco; de ellas, 303 millones están en los países en desarrollo y sólo 63 millones, en los países ricos. Para reducir estas cifras de mortalidad, los investigadores autores del informe, del Reino Unido y EE UU, plantearon la relación coste beneficio de tres alternativas. Este estudio se publicó la semana pasada en la revista Nicotine and Tobacco Research y está basado en una estimación mundial sobre el tabaquismo realizada en 1995.

La primera de las medidas es aumentar un 10% el precio del tabaco. Con ello se evitarían entre 5,1 y 15,7 millones de las muertes que este hábito causará en los fumadores actuales. Además, resulta ser la medida con mejor coste beneficio por cada vida salvada. El director del estudio, Kent Ranson, de la Escuela de Higiene de Londres, afirma: «Uno de los principales efectos beneficiosos es que los menores de 20 años son los más afectados, se reduce el número de gente que comienza a fumar y se salvan vidas de los que hoy tienen entre 19 y 25 años».

Además de promover que la gente deje de fumar, el encarecimiento hace que se restrinjan los cigarrillos diarios. Con todo, los autores prefirieron no suponer que esa reducción mejoraba la salud. Si un fumador español duda de que el precio influya en la cantidad que fuma, puede plantearse si consumiría lo mismo en el Reino Unido, donde una cajetilla cuesta más de siete euros.

El aumento del precio afecta más a los países pobres y a los pobres de los países. En los países en desarrollo se evitarían el 4,5% de las muertes como máximo. En los países ricos, se evitaría el 3% de los fallecimientos.

La segunda medida propuesta es dar acceso gratuito a las terapias sustitutivas de nicotina (parches y chicles de nicotina, y fármacos como el bupropión). Así se evitarían entre 1,3 y 6,5 millones de muertes. El presidente de la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo, Carlos Jiménez, resalta que el 70% de los fumadores quiere dejar de fumar. Jiménez considera al fumador como un enfermo y señala que la Seguridad Social debería financiar estos tratamientos cuyo coste ronda los 300 euros. El Reino Unido lo financia.

La tercera medida integra prohibir tanto fumar en los lugares públicos y de trabajo como la publicidad, y realizar fuertes campañas de concienciación. Se podrían evitar así entre 5,2 y 25,9 millones de muertes, más que con las otras medidas. La mayor efectividad de esta medida se alcanzaría si las campañas llevan a un 10% de los fumadores a olvidar el tabaco. Para eso hay que gastar muchísimo más dinero por cada vida salvada.

El Banco Mundial pidió ya en 1999 que se aumentara el precio del tabaco, aunque ya lo habían solicitado la OMS y los médicos. En 2001, la entonces ministra de Sanidad, Celia Villalobos, propuso además sacar el tabaco del cálculo de la inflación para poder subirlo sin problemas estadísticos. España es de los países de la UE con el tabaco más barato, sólo superada por Portugal.